NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Bruma conocida

Cuando no querés escuchar la respuesta pero preguntás igual.
Preferís no ver y los ojos se niegan a cerrarse.
El sabor tiene algo de original, aunque no está claro si es amargura o qué.
¿Es cierto que la obsesión-enamoramiento es producto de un futuro que ilusionamos?
Desmentís lo evidente, te tapás los oídos repitiendo lo que quisieras escuchar.
Te acaricias a vos suponiendo estar en compañía: el mismo comodín recurrente para tapar el hueco.
Los truenos de un cielo soleado mutan en flores que crecen del barro.
Lo neutral te parece estupendo; lo que sufrías, ahora es minimizado; lo que reías, es magia para colorear tu eternidad.
De la evaporación resurgió la corriente del río, que corre y arrastra, limpia y se limpia contra las piedras del tiempo.
Fluye sin estancarse, evitando volverse espuma.
Hace falta acelerar, y te detenés en pequeñeces agigantadas por los temores que antes creías tener superadas.
Te da miedo la confianza ajena, antes te resultaba más fácil, cuando las ataduras conducían a tus pies, y las dudas eran del otro.
Era sencillo entonces aparentar seguridad, mas hoy la luz revela la poca convicción (y la perversión manipuladora y lo macabro y el dispositivo y la estrategia y...).
¡Cuánto pánico porque tus consejos hayan sido útiles! Y vos, ¿los sabrás implementar? Qué difícil prestarte atención.

Elefantes oníricos


Recorrer las no-formas, universos caóticos y valles tranquilos del cuerpo y la mente.

El lenguaje funciona como performativo de una realidad que nunca se presenta como cerrada y definitiva, que se desarrolla en procesos, en flujos, acontecimentalmente.
Asignar palabras a fragmentos de esa realidad es un modo (¿inevitable?) de formalizar esa realidad referencial, pero por más que a causa del uso corriente de las palabras, nos parezca que con ellas se define transparentemente lo real, esto que aquí debo llamar “real” (como si hubiese una unívoca realidad), siempre desborda cualquier nomenclatura, dejando una estela que persiste por fuera de la delimitación que impone la palabra con que se lo llama. Esta estela, como un brillo o un espejismo, constantemente ejerce presión sobre los límites formales del nombre con que se llama a la cosa, deformándolos, inmiscuyéndose en ellos, poniendo en cuestión los significados que tenemos como aceptados.
El Sueño de los Elefantes (domingos a las 18:00 y 20:00 en el Teatro Ciego, Zelaya 3006, Buenos Aires) es un ejercicio formidable para comprender a través de la no-comprensión, para des-comprender las palabras y las estructuras, (re)conocer aquellas formas que son desplazadas a la periferia por esos alambres que tienden las palabras y las discursividades que se ponen en juego en la circulación social de sentido. Todo esto, nos exige inevitablemente entrar en contacto con nuestras historias personales, con las creencias y vivencias más íntimas que han marcado nuestro cuerpo, ya que nos deja desnudos de significados consensuados socialmente (esos que muchas veces utilizamos para evitar la molestia de comprometernos con lo que sentimos).

Música, sonidos, aromas, olores, contactos, acercamientos, la construcción del espacio, imágenes que se nos aparecen sin ser conducidas, el sentir del cuerpo maximizado por el despertar de los sentidos que no son la vista -el más privilegiado en la cultura occidental contemporánea-, son convites a los que El Sueño de los Elefantes nos invita con responsabilidad, de un modo onírico, lisérgico y lúdico a la vez, como una nave conducida por habilidosos navegantes de tormentas y mares calmos, que nos llevan a recorrer mundos inexplorados, y algunos sitios que ni siquiera pueden medirse en las dimensiones que conocemos.

Ante todo, resulta formidable la propuesta de no-relato que se lleva a cabo.
Acostumbrados a “leer” el mundo y la historia (nuestras historias) de una forma cronológica, muchas veces ligada a la linealidad de estímulo-respuesta, al encontrarnos ante una experiencia sensorial con la que no es usual enfrentarse, más ligada a la abstracción, la vivencia de El Sueño de los Elefantes pone en funcionamiento “códigos de lectura” que nada tienen que ver con aquella racionalidad con la que suele interpretarse el mundo. ¿Espirales de sensibilidad? ¿Nebulosas de sentido? ¿Agujeros negros en nuestro ser? Solamente quien experimenta lo que se vive en esa sala, sin hacer uso de la vista, y alejado de la noción del paso del tiempo, puede intuir qué ha sentido.

Esa falta de códigos para entender los estímulos que a la piel llegan/atraviesan, activa modos de percepción con los que habitualmente no entramos en contacto, y se conecta directamente con zonas del cuerpo y la mente que no es usual recorrer, llevándonos a experiencias para las cuales no contamos palabras para definir, sensaciones que son sentidas y vividas en profundidad, sin las barreras formales de la lengua. El encuentro al que nos lleva el extravío.

La idea de una anti-obra (exclusión de la vista; nueva temporalidad en algo que cuesta llamar “relato”) nos conduce a sensaciones/sentimientos que la cotidianidad dominante no se interesa por visitar/conocer: un viaje por galaxias desconocidas; la impresión de retornar al vientre materno; de pasar a formar parte del todo y la nada, y muchas otros ¿efectos? para los que no existen palabras (y tal vez no sea necesario ni siquiera preocuparse por dar forma).

África

África Somos:
En el lugar donde nació la humanidad, está la humanidad.
Volvemos a África como volvemos a niños.

África esencia,
África natural,
Salvaje, libre,
Original África,
Nosotros África.

Primeros pasos pisan África antes de llevar nombre.
Era todo, Gondwana quiso mantenernos juntos,
Si hoy queremos encontrarnos
África es el punto de reunión
Y su música los latidos del corazón.

Una equivocación adrede



Equivocaciones adrede.
La manzana puede ser prohibida, pero su gusto no deja de ser dulce en los labios.
La reducción de nuestra distancia a cero antecede a la cercanía,
Primero fue posible, fantasmal,
Y por eso su real anestesia.
Siempre es reunión, la vuelta a la inexistencia de lo total.
Nos convertimos en la distancia, ocupamos su lugar.
A la sombra, nos volvemos una única silueta.
La piel no se equivoca, por más dudas o culpas que la maquillen.
Así que, nada de eso de cuadros sin color; es óleo sobre óleo.
El dolor tiene ese doble efecto de, al saber procesarlo, purificar.
Tan tontos que no nos dejamos domar por Dalí:
Entonces escapamos a los campos de lo conocido.
Apenas puedo proponer hablar a oscuras y sin palabras.
Una equivocación adrede,
Que volvería a cometer…
Hasta ahí.

H de Hormiga, o un megáfono subterráneo

Leones sueltos y un conflicto ético.



"Mientras los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador"
Proverbio africano

Apuntaron a los leones, a los osos, a los tigres, a los pumas... Dispararon. Nada de dardos tranquilizantes, la orden era matar a quemarropa, a sangre fría.

Terry Thompson, dueño del zoológico de Zanesville, había sido liberado hacía un año, tras cumplir una pena de prisión por portar armas de fuego. El 19 de Octubre de 2011, sintiéndose identificado con los animales cautivos en su zoológico, después de conocer lo que era encontrarse tras las rejas, quiso devolverles también a ellos la libertad.
Y las similitudes sarcásticas continúan: si el dueño del zoo había sido encarcelado por portación de armas, el gobierno de Ohio, Estados Unidos, dio la orden de con sus armas, aniquilar a cuanto animal salvaje merodease por las calles: 48 de las 56 fieras, fueron asesinadas (entre ellos, diecioho tigres de Bengala, especie en peligro de extinción).

Diecisiete leones muertos, condenados con la pena máxima por el sólo hecho de ser leones, y hacer lo que un león hace. Se les dictó pena de muerte por encontrarse en la situación a la que se los condujo, ¡qué elocuente! Cualquier analogía con la realidad cotidiana, no es pura casualidad.
Cuánta ironía: los leones se encontraban en jaulas sin ser culpables más que de ser animales atractivos para el espectáculo humano, puestos tras barrotes, para que así los niños los vieran dormir (porque nunca hacen cosas de león en sus celdas, ya no, esas que muestran los canales de animales, que nos hacen creer que eso que enseñan es un león). Pero si salen de sus prisiones, ya no entretienen, pasan a parecernos peligrosas amenazas... y entonces, el triste espectáculo pasa a ser el humano.

La noticia que los medios difundieron no daba a conocer la vida de los leones, nada más decía que eran leones. También informaron que el propietario de la reserva de animales, luego de liberar a los animales, se suicidó (¿Por qué hizo esto? no fue noticia, puras conjeturas.) Noticiaron, asimismo, que se había comunicado a la población no salir de sus casas, y que "la justicia" sentenció dar fin a la vida de los leones, la cual, repito, desconocemos.

Tal vez sea posible imaginar sus historias a partir de una breve ficcionalización -suponiendo que sus vidas no eran tan distintas, que en definitiva, es la homologación que se cuando se ven aquellos canales de animales.
Quizás vivían en la gran Sabana africana, algunos podrían haber sido machos dominantes de manadas, habrían tenido crías, y comido carne de animales que ellos o leonas de su manada habían cazado.
Hagamos de cuenta que en el caso de las leonas, la historia era la misma, desde el lugar de las hembras. Un día, sentirían un pinchazo: serían cedados por un dardo, para luego despertar en jaulas. Serían trasladados como mercancía, y encerrados en un zoológico. Muchos días, habrán extrañado (con su psiquis leonina) su vida de Sabana. Otro día, la puerta de su prisión se abriría, y escaparían. Estimo que creían que afuera encontrarían su Sabana, pero afuera encontrarían un paisaje y una ley, muy disntintos a los que habían conocido.

Según la Associated Press, Matt Lutz, alguacil del condado de Muskingum, dijo que los animales eran "adultos, muy grandes, agresivos". Por razones demasiado obvias, no se conoce la opinión de los animales masacrados.

La gacela que juega a ser manjar



“Tratando de lucirse, un chancho puede comer jamón (siempre revelamos a lo que estamos sometidos)” Carlos Solari

La gacela escapa una vez del león, es afortunada; dos, si es hábil; tres, ya significaría que hay superpoblación leonina o que el vegetariano no se previene lo suficiente –no cuento con el desarrollo teórico, como para decir que exista una perversión, en sentido freudiano, que pudiese llevar a una gacela a juguetear con los leones por pasión al escapismo.
El peligro viene prevenido en la condición animal de una gacela, instintiva como el león, que a su vez teme a la hiena, las cuales así también, se resguardan del león; y sino, al menos sabemos que el aprendizaje se concertará a muy temprana edad.

La tensión del poder en relación con las especies animales, se encuentra actualmente resuelta, al menos en la vida urbana (podemos decir que algunas excepciones son el miedo a lo salvaje y su efectuación en las plagas).

En otros tiempos de la humanidad, muchas culturas acudían a la magia para protegerse del peligro que suscitaba compartir hábitats con animales salvajes. Así, la pintura en cavernas, muchos rituales, utilización de partes corporales amputadas a animales, eran prácticas encantadas, de una carga simbólica que representaba una fe para salvaguardar la desesperación ante el riesgo de muerte. Me haré de una banalización de Heiddeger para afirmar que la desesperación por el conocimiento de la contingencia, frente al hecho de descubrir nuestra finitud, siempre condiciona más o menos indirectamente las acciones y, en definitiva, es un “saber” que surge de un tratamiento cultural particular, pero que indefectiblemente, siempre será administrado de algún modo. Este requerimiento, deriva en efectos materiales en la praxis de los sujetos, que cristalizan en lo que antropológicamente será considerado como institución de una cultura determinada: por ejemplo, el caso de las creencias religiosas.

Actualmente, el tratamiento de la prevención ante la muerte en nuestra cultura, es sobre todo mezclado en tubos de ensayo en laboratorios, pero también disimulado con maquillajes en publicidades de cosméticos, disfrazado en cuotas por las compañías de medicina prepaga, constantemente vendido en el suplemento policial, ofrecido en el sector de defunciones de los periódicos, actualizado mediante el recordatorio de efemérides. Por supuesto, el velatorio y entierro, se ubican en otro nivel operativo.
Si tomáramos a la muerte como las fauces de aquel león (en una paupérrima analogía poética bastante catastrófica para el sujeto de nuestra realidad geográfica-temporal), sería válido decir que a diferencia de la gacela, el ser humano occidental de las sociedades posindustriales capitalistas mediatizadas (terminología extraída de Eliseo Verón), sí se da el lujo de juguetear con el león.

Desangro el dolor

Queman los ojos de los demás, arde la culpa que se filtró en la sangre. La sangre que no me podré sacar jamás, que lleva mis genes de culpabilidad por todos los rincones de la piel.

Es mi color, es mi origen, mi raza, que castiga a todos, porque con mi inferioridad ocasiono la ruina de la florida sociedad.

No termino de comprender cómo desde este lugar tan remoto logro ser la calamidad del hombre. Supongo que no he de entender por mi bajeza, mi cerebro no desarrollado. Si todos me miran de esa forma, gente que sí recibió escolarización, gente vestida como corresponde, si la televisión me señala, la policía me maldice, seguramente así debe ser.

Apenas el refugio de las pastillas me queda, me ausenta de la deshonra que soy, por haber nacido esto que soy, de lo que soy culpable de ser y no podré cambiar, por llevarlo en la sangre.
Tan mediocre que ni siquiera tengo la generosidad de desangrarme.

España y los pobladores precolombinos: impunidad absoluta


Mientras en Argentina, es más bien reciente el debate por dejar de pronunciar al 12 de Octubre como "Día de la Raza", sugiriendo propuestas: eufemísticas como "Día de encuentro de culturas"; amistosas del tipo "Día del respeto y la diversidad"; o radicales al estilo "Día de la invasión y la matanza europea sobre América", en cambio, en España, se celebra el "Día de la hispanidad". Allí, cada día 12 de Octubre se conmemora el llamado "descubrimiento de América" con marchas militares ante la presencia de la familia real.

¿Existe manifestación de violencia simbólica mayor que esa?
La historia oficial española (que debemos pensar, nada tiene que ver con buena parte del pueblo español) festeja que fue imperio, se honra recordando su poderío militar opresor y construye una identidad, un "ser español" directamente ligado con la sangre derramada de los pobladores originarios de este suelo.

Un día juntos

Es hora de despertarse, de desempolvar el corazón y tirarse juntos por este tobogán. Volver a navegar en barquito de papel y acostarnos en el pasto a buscar formas en las nubes.
Puedo pasar a buscarte por tu casa e invitarte a merendar chocolatada y vainillas, o a volar en una hoja de otoño, si preferís. También podemos dibujar.
Más a la tarde, le pregunto a mi mamá si nos deja salir a atrapar panaderos por ahí; en un lugar hay un montón… es lejos pero con el triciclo llegamos rápido. Avisame cuando te canses y nos sentamos un rato a hablar en la hamaca.
Si se hace de noche, me gustaría tomar un helado y ver los bichitos de luz, sentarnos para atrás y ponernos a mirar todas las estrellas.
Seguramente a las diez ya estemos yo en piyama, vos en camisón –ese de florcitas tan lindo-, y nos quedemos un ratito largo contándonos historias con el velador prendido.
Nos van a decir que bajemos la voz. Después, si vienen a retarnos para que nos durmamos de una vez, podemos actuar: cerramos los ojos y cuando se duerman todos, nos quedamos susurrando con la luz apagada.
El primero que se duerme pierde y mañana le toca jugar a lo que elija el otro.
Buenas noches. Mañana jugamos a lo que quieras vos.
Si tenés ganas pasate por mis sueños, entrá sin llamar. Nos vemos en un ratito.

¿Qué es eso de sufrir por amor?

“Pobre aquel que nunca ha sufrido por amor. Malaventurado el ser cuya mejilla nunca ha sido recorrida por la lágrima del abandono.
Hay un gran honor en poder decir que el cuerpo ha sentido el más triste dolor producto del romance. Una cicatriz que no hace más que afirmar la sanidad de la carne. Un sentimiento que se torna positivo por su opuesto. ¿Qué mayor prueba que el inmenso pesar, para afirmar lo magnífico de amar, su poder supremo?”

No hubo forma de hacérselo entender, por mucho que le dijera, que le recitara e improvisara, el llanto no se detenía. Más locutaba yo, más sus ojos humectaban el universo –me veo incapaz de explicar tal acontecimiento físico, ya que desconozco realmente cuál era este funcionamiento biológico-sentimental.

Así es que mi argumentación no fue efectiva, jamás logré persuadirle de los beneficios de mi exilio a su persona, hecho que era más que un buen motivo para descartar las líneas que experimentalmente le mencioné. Pero aun así, me pareció que mi comentario tenía algún valor, por lo cual preferí memorizarlo y así poder aquí redactarlo.

Sigo sin entender en verdad a qué apuntaba…
¿En qué consistirá eso de sufrir por amor? Si alguien puede dar respuesta.

Receta para preparar un sabroso burgués (2da Edición)



“Ideal para oficinas donde haga falta comida inmediatista”

En 1 bowl de propiedad tamaño mediano, sirva desinterés hasta la mitad, puede reemplazarlo por ignorancia.
Agregue 2 cucharaditas de culpa pero diluya con comodidad antes de que se asiente demasiado.
Bata la mezcla unos minutos hasta que quede una contextura de falsedad. Si esta es muy espesa se recomienda disimularla con una medida de sensibilidad.
Vierta rebeldía en polvo. Para cortar el sabor amargo puede rebajar con 3 tazas de conformismo. Revuelva sin parar hasta conseguir resignación. (También puede aplicar miedo a gusto.)
Rebose con consumismo hasta lograr un tono individualista y deje reposar el plato aislado unos minutos.

Mientras, en otra fuente, eche un cubito de romanticismo en ½ litro de rutina, agite suavemente hasta conseguir derretir el cubito y obtener superficialidad.
Una vez se asiente el egoísmo en el plato que dejó reposar, embadúrnelo con la superficialidad. También puede decorar el postre con emblemas libertarios (tome el recaudo de que no estén muy calientes) para aparentar un bello compromiso.

Sírvase bien frío.

Olimpiadas de cacería


Mike Cook fue condecorado y honrado por su brillante y destacado desempeño en lo que había sido entrenado. Fue un atento aprendiz, Mike obedecía sin chistar, sin cuestionar accedía gustoso a lo que le ordenaban.
Recibió insignias y medallas para su pecho, platos de plata para su pared y trofeos para su estante por haber cazado fríamente a cuanto iraquí se le cruzase por la vista en Oriente Medio.
Así Mike obtuvo reconocimiento sirviendo a su patria con orgullo y responsabilidad. Por vez primera ese hijo al que sus padres llamaban idiota y ese alumno al que sus profesores tildaban de incapaz, se sentía útil.
Al regresar a su país, Mike siguió haciendo lo que le había dado prestigio, transitó la vida como el campo de batalla, pero en su país no era legal lo que su país le mandaba hacer en otros países.
El honorable ciudadano ingresó a un colegio y asesinó a doce personas, doce víctimas más en su haber, una docena de trofeos más para su estante. A diferencia de los otros homicidios, por estos no se decoró su pecho con insignias ni medallas sino con descargas eléctricas en el cerebro.

Ficción de mi irrealidad

-“Buen día, brillo de Sol”-
Desperté escuchando The Beatles. La música quedó sonando toda la noche desde que me acosté.
Noche corta, si la asimilamos a las horas de sueño, que no suman más de 3.
La cabeza en dos, me levanto con la pollera puesta aunque desabrochada, más un vaso de whisky aguado en la mesa de luz.
Lo primero que hago es ir a ver si está la billetera. Está. (Sé bien a quien estoy jugando ser.)
Me incomoda pensar que hace horas hay personas disfrutando el día, y yo ni siquiera estoy en condiciones de recordar si disfruté la noche.
La música suena insoportable. La apago.
Muy largo el camino hacia el baño.
La heladera vacía (las botellas no cuentan).
En menos de 20 horas tendré que estar repuesta para disfrazarme de oficinista.
Estúpida montaña de vajillas sin lavar.
¿Dónde está el libro que empecé a leer anteayer? Detesto notar que no lo marqué con señalador y que al repasar las páginas me doy cuenta que no entendí nada:
-¿Este párrafo lo leí? ¡Está en la hoja 7 y dice algo interesante! Debería recordarlo… mejor vuelvo a empezar el libro-
Tantas experiencias habrán pasado de largo como ese párrafo.
El párrafo construye una idea sucinta, con palabras poco concisas, que más o menos quieren transmitir lo siguiente: “Cómo cuesta dejar ir al pasado”.
¡Qué difícil sumarse al presente!
Es domingo, puede que eso me tenga un tanto molesta.

Las preguntas de los nenes: de la pobreza.


Un niño preguntó a su papá:
¿Por qué le dijiste a la mujer con el bebé que no tenías monedas si acá hay muchas?
¿El bebé de esa señora también juega al Playstation?
Si la mucama gana la lotería, ¿Quién va a limpiar en casa?
Si se mueren todos los pobres, ¿los ricos que van a hacer?
Si se mueren todos los pobres, ¿se acaba la pobreza?
Si se mueren todos los ricos, ¿se acaba la pobreza?
¿Por qué ese nene hace malabares en el semáforo?
¿Ese nene prefiere trabajar en vez de ir al colegio?
Vos siempre decís que estás harto de trabajar, ¿por qué esa gente pide trabajo?
Si ese señor no tiene para comer, ¿por qué no trabaja?
¿Ese señor no trabaja porque es vago?
¿Ese chico anda descalzo porque no había zapatillas de su talle?
¡Ese nene está todo sucio! ¿La madre no le manda bañarse?
¿El dinero va a la cárcel?
Si los hijos de todos los ricos nacen hombres y los hijos de todos los pobres nacen mujeres, ¿qué pasaría?
El padre, ofuscado, encendió la televisión para evitar más inconvenientes.

El asesinato de un ser imaginario


Me creé un ente imaginario que me tira migas delante.
Organizó y pensó lo que yo quería,
Pero tuvo la precaución de que siempre mantenga mis preocupaciones en aquello que no quiero.
Sacude la sortija delante de mí y yo doy vueltas. Ansiedad. Presura.
Loco carrusel; armas del placer (indeseado o no, ¿quién sabe?); beligerancia de júbilo consolante en una esfera que se sacude y se sacude.
Hay un espectro que me habla todo el tiempo, que quiere que no corra mi mirada de la suya- camina de espaldas y me sigue hablando aceleradamente.
…Lo mato. Recapacito sobre el hecho de que es imaginario.
Escucho mi respiración.

Desnudando al sentido común

El Sentido Común no existe como tal, del modo en que intenta ser utilizado en innumerables argumentos. En un análisis mínimamente riguroso, queda a la luz que su centro desde donde propone cierta imposibilidad a ser refutado, en realidad es un vacío relleno con valores relativos sacralizados.
Es acumulación de Poder puesto en funcionamiento, haciéndose efectivo en el discurso de quien lo utiliza y quien cree en él, en tanto que es un intento por naturalizar, por hacer absoluto algo que en realidad podría ser de otra manera. Es un intento por hacer parecer inequívoco y universal, algo que es cultural, creencia y parcial.
Lo más seguro cuando alguien intenta justificarse diciendo que tal o cual forma de pensar o de accionar, es de Sentido Común, que tiene origen en él, o que se explica por él, es que: A)en realidad desconoce cuáles son las causas que influyen sobre esa creencia o accionar; B)conoce la/s causa/s pero prefiere, por algún motivo, evitar describirla.
Sucintamente, pase revista ontológica al par de palabras que aquí me interesa:
- “Sentido” refiere tanto a (1)dirección de algo; como a (2)una sensación producida en un cuerpo –p.e.: “estoy muy sentido”, “lo siento mucho”, etc.-; (3)el funcionamiento de un aparato de percepción particular –sea oído, vista, etc.-; asimismo refiere a (4)la lógica interna de algo –p.e.: “esto no tiene sentido”-; y por último, (5)el punto que más me interesa, el que está más investido por el uso semiótico y lingüístico, el vinculado a “idea”, “efecto producido en una mente”. Es posible y hasta necesario asociar las 5 acepciones señaladas, pero sobre todo, la relación que nace de (1) y (5), que resulta en la direccionalidad de una idea, de un efecto a producir: un efecto de sentido (apuntando a movilizar creencia, aun sin intencionalidad alguna).
- “Común” puede entenderse por (1) algo normal, habitual, frecuente; así como por (2)algo de calidad media, es decir, no despampanante; o atendiendo a su (3)derivado de “comunidad”, como algo relativo a todos los que intervienen en esa comunión – p.e.: “de común acuerdo”, etc.-. Acompañando a la acepción que he destacado de “Sentido”, el término “Común” que se utiliza, ha de estar más cercano a (3), pero es sobre todo una maximización de este, refiere sobre todo a la comunidad más general de todas, casi a la Humanidad toda (en realidad es a la humanidad “realmente sana, la que tiene sentido común”).
Entonces, esa vinculación entre “Sentido” y “Común”, se presenta como si fuera el menor denominador de la razón, del pensamiento racional. Es utilizado intentando hacer figurar un supuesto elemento básico de la inteligencia, que cualquier humano lleva en su espíritu.
Pero aquí subyace precisamente el elemento de movilización de Poder, la acumulación y ejercicio de este por parte de la Hegemonía, ya que cuando hablamos de “pensamiento racional”, nos debemos referir a un modo de producir significado, más que a un cúmulo de significados concluidos. El uso de “razón” al que la habitual utilización de Sentido Común hace alusión, es en realidad un número determinado de prácticas, valores y creencias de lo que autores como Williams o Thompson llamaban la Cultura Hegemónica Dominante –cabe aclarar, la Burguesa que se impone en las sociedades occidentales.
Entonces aquel “espíritu” que subyace al decir de Sentido Común, no es la espiritualidad de cualquier hombre de cualquier cultura, sociedad o clase social, es el espíritu que se ha hecho carne en aquel que utiliza la denominación “sentido común” al hablar.
De este modo, al que no está de acuerdo con "el Sentido Común" (es decir, quien no reproduce sus prácticas y creencias)–ese que intenta mostrarse como universal, natural, general y absoluto-, se lo ubica en el lugar de carente de raciocinio (por no compartir la opinión, por no aceptar los imperantes de la Cultura Hegemónica Dominante, se lo califica de alguien que no puede pensar racionalmente), se lo califica de sujeto sin inteligencia, o hasta de inferior, por “no contar con la unidad mínima de sentido”.
Claro está, esto no quiere decir que quien hace uso del par “Sentido Común”, sea un xenófobo o totalitario, lo que, creo yo, queda demostrado, es que en ese uso en realidad hay un activo funcionamiento del entramado social de Poder, aparece operando una compleja construcción de una creencia, una forma más de ver la realidad, que se impone como La forma de ver La Realidad –es decir, una única correcta.
En la utilización de lo que habitualmente se nombra Sentido Común, se nos aparece un especial punto de abordaje a las tensiones que conviven en una sociedad de clases como la capitalista occidental posindustrial mediatizada (nomenclatura que da Eliseo Verón a las principales sociedades occidentales de fines del Siglo XX). Esto último, porque en eso que se busca llamar Sentido Común, hay un cierto consenso de lo que “la vida” y “el mundo” es, y hasta “todos nosotros” somos. Y bien sabemos gracias a Gramsci, que la producción de consenso es una forma de dominación que se da en la hegemonía, y por cierto, una aun más efectiva que la cooptación o la dominación física directa, ya que es una forma “solapada”, una que quien adopta siente como propia.
Pongamos las cosas más en concreto imaginando una situación:
Argumento: Un hablante dice: “Es Sentido Común, no se puede andar semidesnudo por ahí”.
Reflexión: Pues bien, muchas civilizaciones no han requerido cubrirse ciertas partes del cuerpo que otras sociedades del mundo y de la historia sí han tapado. Un nambikwara podría decir: “este Levi-Strauss no tiene Sentido Común, con el calor que hace anda todo tapado”. E inclusive una feminista bien podría quejarse de la desigualdad de género, porque los hombres de nuestro tiempo pueden mostrar su pecho, cuando ella sería tildada de deshonrosa por hacerlo.
Hablar de “Sentido Común” intentando justificar una visión particular, es en verdad una operación discursiva mediante la cual, lo que se hace es A)presentar a su objeto discursivo como si se tratara de un objeto irrefutable, mostrarlo de forma trasparente, y B)no reconocer que en realidad su objeto es una construcción, la cual surge en condiciones determinadas, que está producido en un contexto particular y en el cual intervienen N cantidad de variables, vale decir, no reconocer que es un discurso que está determinado, que es un discurso, que podría ser otro y que efectivamente existen otros.
Frente a estas consideraciones, me hallo en condiciones de decir que el operativo de justificación mediante un supuesto Sentido Común, se trata de una discursividad que se ajusta a lo que el semiólogo Eliseo Verón describe en el plano de lo ideológico. Precisamente por esa operación de borramiento de las condiciones sociales de producción que marcan al discurso, produce un tipo de efecto particular: “efecto ideológico”. Verón bien destaca que no hay discurso que no se encuentre socialmente producido, aun el que es producto de la supervisión del método científico nace en condiciones particulares (y ese método es precisamente una condición), la diferencia es que uno las muestra (“efecto de cientificidad”), en tanto que el otro las oculta (“efecto ideológico”).
Vale decir, en un juego de palabras, que el Sentido Común es una construcción que afirma construcciones como si estas no lo fueran, y como si el mismo no fuera una.

Ladridos sin bozal


Esas mujeres que siempre saben que las vas a abandonar y siguen detrás fumando un cigarro.
Hacía unos meses le había dicho que iría hasta donde quiera alcanzar, pero llegaría hasta donde ella me permita avanzar. Nunca es de otra manera.
Ahora la tarde se hizo noche, y la perdí tomando esa ginebra en un puto bar de mala muerte.
El tugurio de sus piernas, la pocilga de su corazón, estuvieron bien por un tiempo. Pero tarde o temprano, termino volviendo a los mismos agujeros, los nidos de mi soledad, los olores que apestan a la mañana siguiente. Lo tengo presente, aun cuando estoy en silencio mirando los faroles del otro lado de la ventana, abrazado a su cuerpo a los minutos de haber eyaculado.
En este momento estaría con vos toda la vida, pero sé perfectamente que en esta vida no pasaría todos los momentos con vos. No repetiría dos días, ni dejaría que la soga de la rutina tome la forma de nuestros cogotes sin que lo notemos.
Te veo hablar y reír en aquella mesa, del otro lado del bar, veinte pasos más allá de lo que me gustaría.
Tan resuelta. Me siento invisible, pero imagino que te enamorarías con sólo mirarme. Sé que soy un neurótico, acá estoy, sujeto a este vaso de cerveza tirada, ya sumergido en un enamoramiento enfermizo nada más que por observarte revolear el pelo, infiriendo que nunca me aburriría de esas curvas, aunque no ignoro que sólo duraríamos unas noches, por estos sentimientos nómadas que me caracterizan. ¡Demonios! Fantaseo con pararme y decirte lo que estoy pensando en este instante, recitarte uno de esos poemas que tuve la mediocre actitud de memorizar para ser conquistador en cuerpos como el tuyo; pero mi locura dice que esta vez lo recitaría como si fuese la primera vez –lo mismo que dije la semana pasada.
Entonces recuerdo lo que dijo un pibe en este mismo sucucho hace unos meses, ese pendejo al que el mesero le rompió el labio por confundirlo con uno de esos que se daban en el baño y después armaban bardo: “toda promesa encarna en sí misma su decepción”. A mí me sorprende la capacidad para fracasar sin sentir ni el más mínimo arrepentimiento; toda la vida pensé que la tristeza no era algo para ponerse mal, que era parte de la vida, y negarla, no disfrutarla, sería dejar de vivir una buena fracción de los días. Un ethos que hizo llevaderas mil penas.
Y pensando idioteces giro la cabeza y te veo otra vez. Me duele verte, sos una obra de arte que las palabras no podrían explicar. Me convenzo de cómo sos, me digo que me amarías si me conocieras. Pero también reconozco que es más bella esta fantasía que guiona mi deseo y jalona mis hormonas, que lo que podríamos vivir juntos. Perderías esa magia que te rodea si te fijaras en mí.
A los minutos, ella vuelve de la barra con su copa de vino espumante. Le pido disculpas, y vuelvo a la pieza alquilada que tiene un amigo yendo hacia el suburbio.

El cuerpo de la pasión

Hablar de la pasión en el cuerpo, implica hablar de los efectos de lenguaje que ponen en juego elementos como son la necesidad, la demanda y el deseo. Pasión del significante, sí, pero también mortificación, porque el abrazo del significante es negación de lo natural, de la naturaleza del hombre, negación que lo realiza en el lenguaje, veamos cómo se articulan estos conceptos.
Por necesidad nos referimos al apremio de la vida, a las necesidades organizas vitales, que son constantes hasta que se cancelan vía una acción específica, llevada a cabo por un Otro de los cuidados maternos, puesto que el humano es prematuro al nacer, no puede valerse por sí mismo.
Entonces ligamos la necesidad a la acción específica y por ende a un objeto específico, marcando una tendencia a la homeostasis, mantener la estabilidad entre estímulos y respuestas, por disminución de la tensión de estímulo. Pero estas necesidades son interpretadas, por ese Otro mediante sus significantes (los cuales están sometidos a la condiciòn de reducirse a elementos diferenciales últimos), así se efectúa el primer efecto del lenguaje, desde el lugar del Otro, lugar de la batería significante, se introduce al niño en el baño del lenguaje, sus demandas son filtradas por el significante, al tiempo que toda demanda de niño se realiza con los significantes del Otro, porque es este el que lee las necesidades del niño.
Esta captura del viviente, pura necesidad, por el significante da lugar a algo diferente de la necesidad, la pulsión y por decantación, un objeto diferente; el objeto pulsional, lo más variable y contingente, porque las pulsiones son parciales, se satisfacen independientemente.
¿Y esto porqué? Porque el efecto del significante produce una falta del objeto, el objeto como referencia, que podría colmarla, cae como resto, el objeto es una falta, por esto las pulsiones no se cancelan, se ha perdido la armonía en la relación de objeto, de que las cosas encajen.
Diremos que las pulsiones, siempre parciales, nos refieren a un cuerpo distinto del orgánico, al cuerpo pulsional, cuerpo fragmentado en lo que diremos, zonas erógenas, las cuales tienen forma de borde y refieren a lugares que sostienen una función vital, diremos que estas se apuntalan en las funciones de autoconservación vitales.
Entonces estamos contemplando que si hay pulsión, es porque es despertada por aquel Otro de los significantes, el cuerpo libidinal: es un efecto del lenguaje, de la pasión del significante, el cual corta, divide, segmenta el cuerpo en zonas que dispensan goce, diremos plus de gozar, pues el goce como unidad, unificado, se ha perdido, solo hay goce parcial -repetimos-, las pulsiones son parciales,no por nada el hombre tiene el afán de "gozar como los animales", podemos pensar que respecto de los animales sí podriamos hablar de un goce-todo, completo, armónico, pues no están tomados como el humano por el significante.
El significante produce del viviente al sujeto sujetado por el significante, pero sin que haya un significante que lo represente, por eso está borrado, está en falta y diremos que si hay plus de gozar, es decir, un suplemento para lo que no hay(goce-todo), podemos decir que hay una falta de la que se goza, pero que también es causa, no meta, sino empuje. ¿De qué? Del deseo.
Hay deseo porque hay falta, por esto decimos que el deseo no se satisface, el objeto del deseo está perdido. Así, podemos pensar que el deseo es deseo de algo que nunca se tuvo y esto es lo que no puede ser captado por el significante, no hay significante que lo represente, que lo nombre, que lo diga, y ese algo es lo que hace agujero en el lenguaje, en lo simbólico, el deseo es algo que toma al sujeto, el sujeto es pasivo.
Terminaremos diciendo que el deseo es la función social por excelencia, lo cual abre un panorama de cuestiones que nos van a permitir aclarar mejor de qué viene este objeto que es una falta, y cuál es su valor.

Voces sin eco

Los edificios y el ruido de motores no permiten el eco de mi voz, pero yo sé que este lugar está vacío. Sombra que da un árbol muerto -apenas eso puedo esperar para mis pensamientos más profundos, que nunca llegan a ser enunciados.

La resistencia que ejerzo y ejercemos muchos, es insoslayable, pero es eso: resistencia, el esbozo de las ilusiones. Ilusiones que son fantasías, fantasmas que no se pueden cumplir en su totalidad, y que tal vez, ni siquiera queremos cumplir porque hemos encontrado en aquel resistir, el motivo de existir.

Y reímos, reímos con fuerza, reímos más de lo que cualquier edificio y cualquier motor podrían tapar. Las vibraciones se sobreponen al cemento y las risas vuelven en eco manchado con -y anchado por- tierra de montaña, pero esta vez, es eco cálido.

La indiferencia del infinito


El universo es totalmente indiferente a nosotros, ningún interés tiene el infinito en preservarnos, ni a la humanidad ni a lo que esta entiende por naturaleza. Esto no significa que no haya causas y efectos en el cosmos, sino en todo caso que no hay intencionalidad alguna en su orden, el cual, a mi juicio, en su modo de funcionar, se acercaría sobre todo a lo que en nuestro lenguaje definiríamos como “caótico” -lo cual para nada quiere decir que no existan leyes en él, sino en todo caso, que a la luz del pensamiento racional humano de la cultura occidental, estas son inaprehensibles en su totalidad.
Precisamente por ello es que las vidas de los seres vivos valen algo, o merecen, por lo menos, ser vividas. Justamente porque ningún universo y ninguna deidad espera algo de nosotros, ni depara algo a nuestras experiencias. No hay camino trazado, no hay fin predestinado. Pero no todo está por improvisar: hay existencias anteriores al ser vivo, hay seres que sí esperan cosas de nosotros, así como nosotros amamos a otros seres.
¡Cuánto más en el caso de los humanos! Nacemos en sociedades con lazos familiares, modos de comportarse y horizontes de expectativas vinculados a nuestros orígenes, etc. Pero, si hay en realidad contingencia –y sobre todo en la Modernidad puede decirse que hay conciencia de ella-, es sobre todo, por esa indiferencia del universo para con nuestra existencia. Su indiferencia no es hostil, tampoco es apática, al contrario, es liberadora, y no porque sea consciente y cumpla con un acto de bondad, sino más bien porque es realmente indiferente.
En realidad, eso que damos en resumir como “universo”, se constituiría como el infinito número de sucesos y fenómenos posibles que pueden sucederse, desde espacios hasta vacíos, desde coaliciones hasta uniones químicas, pasando por acontecimientos humanos, catástrofes naturales o planetas concebidos como unidades.
Esto no implica que tomemos odio a la existencia, al universo, ni tampoco a todo lo construido por la humanidad, sino más bien que podamos optar, y que una de esas opciones sea el amor, opción que se ha demostrado bastante más saludable que el rencor. Que el universo no nos preste atención no quiere decir que todo sea lo mismo para el mundo de los hombres. Una cosa es que el universo no se interese en la raza humana, otra muy distinta sería que la raza humana no se preocupe por sí misma, por el resguardo de su mundo. Al contrario, es ciertamente porque nada ni nadie se ocupará de cuidar de la humanidad, lo que me motiva a pensar que la humanidad deberá cuidar de sí, de su hábitat, y que corresponderá a ella elegir formas de hacerlo. En efecto, esto habilita a que el hombre pueda actuar la historia, pueda proyectarla y ensayarla, así como escribirla.
Tomar conciencia de la contingencia (o hacerla nuestro destino, en palabras de Ágnes Heller), abriría las puertas al autoconocimiento, una carretera que no conduce a certezas tanto como a libertades. Saber que lo que se está haciendo es pensando, nos ayuda a pensar. Admitir que lo que se hizo fue una elección, nos ayuda tanto a elegir como a hacer. No se trata de creerse todo-poderoso ni pensarse por fuera de los condicionamientos y limitaciones que nos exceden, sino de reconocerlos para así comprenderlos y, por qué no, modificarlos también.
Eso es lo infinitamente positivo que podemos rescatar del rescate que no nos brinda el infinito.

Reflejo espejado



Reflejo espejado: Pongo un espejo frente a la vida, y la veo pasar.

Camina, mi nervioso paso lento, tu tranquila ansiedad…
Tu perspectiva ciega, mi vista de vos.
Mi grito mudo, tu voz de mí.
Tomo otra vez un pasadizo ajeno por buscarle un atajo al olvido.

Respuestas que no contestan preguntas, ni llamados; afirmaciones vagas que divagan por la vereda que eludí por temor.
Las caricias que olvidé, esas que acariciaban los momentos que serían para siempre y duraron tan poco (proyecto demasiado ambicioso el de los amantes– ¿o el de mi estupidez?).

Tu remedio casero a mi soledad pasajera, la que no aprendí a contener.
Una foto que no me atrevo a revelar. La negativa que necesitabas y no te supiste dar, sin más, no te quise dar.
Los despertares pendientes, la sobra de acostares: adhesiones pegajosas de la piel, falsedades transpiradas, humedad de las goteras de los inmortalizados amores pasados que elevamos a lo más alto, quizás para que desde allí hagan títeres de nosotros.

Curas tóxicas para los titiritares que de ellos fuimos;
Tus palabras justas a mis sobrantes excesos. La magia de tu bostezo. Lo aburrido de lo correcto.
Tu inmensa pequeñez, mi cercana lejanía, nuestra corta eternidad.

Un yo sin él…nunca busqué ser.
Un vos sin nosotros…nunca pude ser.

Chapa de dios



Un dios está jugando con su plastilina, jugando a "Ser Todopoderoso". Como todo dios, quiere crear su sociedad, para dar muestra de su poder quizás, para que haya quien hable de él, para probar que ningún gatito abre la bolsa de alimento balanceado por sí solo.
De modo que comienza a masturbarse y, al cabo de media hora, producto de una eyaculación divina, su estirpe pasa a existir. Les educa en el camino de la tolerancia, les enseña a creer en la existencia del Dios, aunque también se le ocurre que duden de esta, para que así no dejen de hablar sobre él.
Su raza creada está aburrida y le pide algo para divertirse; reclama porque ya tiene la envidia, ya tiene la codicia.
-Ya tenemos la mierda pero no tenemos óleo para plasmarla, no tenemos cabarets para ponerla a bailar- dicen.
El dios los sentencia a muerte, piensa: "Les daré lo último y los dejaré solos, para que como ratas con hambruna y olor a cebo se coman como la perfección comió mi diversión".
-Bien- dice el místico ser -Les daré lo mejor para que regurgiten su ego una y otra vez, será tan entretenido como ver que el ganado derrota al lobo.-
Impulsa su dedo gordo con la fuerza de su índice y les arroja una chapita redonda con un "10", del tamaño de un ojo aplastado, en el centro.
-¿Qué es esto?- preguntan desentendidos como un loro que vive con un dueño mudo.
-Eso es la línea que culmina con mi carrera, es la única diferencia entre Yo y ustedes, nunca sabrán cuál es el síntoma del pesar. No pregunten qué es... hagan una o dos copias para cada uno... ellas solas les enseñarán cómo manejarse- les contesta su deidad (¿quién es el jugador y quién la pieza?).
Después de meditarlo y debatirlo como una jauría de perros intentando roer sus propias colas, aceptan el regalo, sólo les queda una duda: ¿Cómo llamar a ese hermoso cobre brillante que todos querían tocar y que, tal cual lo anunciara su creador, sería su nuevo Dios desde ese momento?
A esta altura, ya ofuscado y harto, el dios contesta -Pueden llamarla "moneda", ya que contiene en su nombre todo su caos y virtud. Elijo la letra "M" por Masoquismo; la "O" es por Odio; "N" hace referencia a Nada y Nadie; "E", Egoísmo; la "D" de Diferenciación; y por último, la "A" destaca la Arrogancia.

Hagámonos Luz


Nos convertiremos en pintura y nos mezclaremos en la paleta de la eternidad. Y se pintará en el suelo, bastidor de tierra, la más bella historia de amor.
Hagámonos luz y entremos en las pantallas para hacer con nuestras películas predilectas lo que queramos.
Volveremos tinta los hechos y re escribiremos la historia del lado de los oprimidos y los vencidos, los justos y los enamorados.
Seremos papel y nos empaparemos con versos adictivos de poetas lunáticos.
Tornémonos sonido y vibremos rebotando en la inmensa cámara universo, para que las estrellas nos escuchen en la infinitud.
Reaparezcámonos en los sueños de los amantes trasnochados, en las ideas de los inspirados, alteremos las maldades de los dictadores y las ficciones de sus colaboradores.
Nos presentaremos como líquido; emborracharemos las copas de los dioses griegos para que reencuentren a Ulises con Penélope más cuerda esta vez.
Luzcamos como el barro para hacer volar las ciudades, liberando al pasto independizado del agobio confundido.
Mostrémonos como fuego para hacer arder las pasiones de los inseguros y, más aun, para derretir las barreras de los seguros.
Seamos reales para actualizar todo esto. Lleguemos a viejos y, dando un pasito más, todo nos será posible.

Labios cercanos



Demoramos placeres, jugando como niños con nuestros labios cercanos.

Tu boca, mi boca: dos dioses que gobiernan las voluntades de mortales confusiones mentales. Si nos vieran -si tan sólo nos vieran- quienes amándose tanto no lograron tenerse. Nosotros nos inscribimos en una carrera de obstáculos sinsentido, en una pista sin dirección establecida ni línea de llegada. (Qué vergonzoso fanatismo shakesperiano.)

¡Tan poco usuales hemos sido! Tan especiales estos dos amantes, de noches largas, de atardeceres coloridos e inviernos refugiados entre siestas y libros. Y la estación va quedando atrás, la primavera se avecina, con todo su esplendor, con la comezón para los alérgicos y la curiosidad de los púberes.

¿Cuántas primeras veces hemos tenido, mi amor? Me desfloraste hasta el hartazgo y mil veces me tiraste y dejaste ir. Te adiviné hasta el cansancio escondiéndonos en tus palacetes.

Hoy, otra vez la huida, la pasajera reclusión perpetua a la que nos lleva mi estupidez.
No te alteres, nube nocturna, si me alejo, es sólo para poder acercarme nuevamente.

Adiós, "Civilización"


Mochila al hombro, ampollas en los pies, sed en los labios, me haré paso a través de los caminos, cruzando montes y traspasando tupida selva. Ansiedad en la cabeza, ilusión al corazón, transitaré esos senderos forjados no más que por las caminatas de otros viajeros, por la bondad de la jungla y los lugareños que vaya encontrando, esos que jamás cobraron comisión a aquellos soñadores que queremos conocer lo que siempre hemos soñado, y mostrarnos a nosotros mismos que otra realidad yace en lo más profundo del continente.
Esto no es una rendición, es una despedida.
Siempre he imaginado, casi de modo inimaginable, el día en que este día llegue: Me voy, “Civilización”.
Ya te diría “adiós”, pero antes quisiera aclarar unas cosas, no creo que me vayas a escuchar, no pretendo que te afecte o me des la razón, aun así, dejame darte mi opinión.
Sabés que jamás estuve muy de acuerdo con algunos de tus principios, y que considero muy criticables las bases de “lodo y sangre” sobre las que te originaste. Tal vez te parezca un inconformista, o hasta un llorón, pero dejame que te diga que tus valores no sólo me resultaron horrendos, frívolos y carentes de hermandad, sino que además de proponerle al ser corromperse constantemente en un esquizofrénico juego, lo mantienen alejado de la naturaleza.
Nunca me creí tus apretones de mano, los vi siempre como puro interés y conveniencia de tu parte. Tus sonrisas y concesiones de aparente benevolencia no puedo verlas como otra cosa que falsedad. Casi todos tus formalismos me dieron siempre la impresión de innecesarios. No logré acostumbrarme a tu frenético ritmo, a la dependencia a los químicos y demás. De cualquier forma, te dejo con tus negocios.
Desde mi punto de vista, civilización del falso progreso tecnológico, tu modo de vivir te mantendrá enferma y es lo que te mata. En estos años conviviendo juntos, no puedo asignarte otro título que el de demagoga: esclavizás diciendo que con vos se logró libertad; te vitoreas con alardes de paz, mas naciste en guerras, condujiste a guerras y sobrevivís con y por guerras; te atragantas con los lujos que conseguiste con sudor y sangre ajena, te enorgullecés de ser racional mientras en tus entrañas encontré las más grandes contradicciones que ningún animal se animaría a cometer.
Entendeme si soy duro con vos, metrópoli, es que igual de duro es lo que vi en vos. No te preocupes, yo me voy, pero no te quedás sola, supongo por la expresión en los rostros de muchos ante mi anuncio de partida, que tenés varios simpatizantes. De todos modos, yo te aconsejaría que lo pensaras tranquila y profundamente, a mí me parece, “Civilización”, que en verdad estás muy sola.
Por fin me veo maduro, ya no necesito trabajar para nadie, ni tu modo de producir, ni lo que producís. Aprendí a vivir perfectamente sin tus entretenimientos alienantes. Me voy con poca carga, ya que llevo la pesada libertad conmigo.
Tal vez llegue la noche en que te sientas muy vacía y medites sobre lo que te digo, mientras tanto, yo te dejo. Así y todo, con lo repugnante que me resulta tu creencia, “Civilización”, no te guardo rencores, no pienso perder la alegría ni olvidé la capacidad de crear, y con gusto te digo, si te arrepentís, podés venirme a buscar, creo que te voy a saber perdonar, aunque sólo si antes corregís todo el maltrato que hiciste acá. No puedo darte dirección, “Civilización”, porque no sé con exactitud dónde voy a estar, y es un sitio sin numeración, sería algo nuevo para vos.
Ahora sí, te dejo, no te sientas mal, maquinaria civilizante, deberías aprender que no se puede controlar todo a capricho.

El rol ("intelectuales" posmodernos)

¿Cómo podés querer estar todo el tiempo en la arena, ver las olas desde la playa?
Está bien posar, por momentos, tus pies sobre el suave terreno del suelo blando, pero no entiendo que no admitas que hay otros en los que te queman las plantas desnudas y necesitás zambullirte al correntoso mar.
No deberías poder ver las olas pretendiendo no mojarte. La marea sube y te inunda, desborda más allá de cualquier recipiente que veas desde tu cómodo escaparate. No luches contra eso, no quieras hacer creer que así es.
¿O para qué atendías a la marea sino para echarte a nadar, para ver el rumbo de la corriente y tirarte en ella, impulsarla o desviarla?

Principios de Civilización

Está todo bien, todo bien;
Está bien, en serio, no pasa nada.
Acá no pasó nada.
Pero si es una pavada.
Sí, sí, bien.

Sonrían para la foto.
No, no, está bien, si es un chico sano.
Por acá todo igual…
"¿Vos, bien?" (3…2…1)
"Me alegro” (no me alegro un carajo).

Miren que hoy vienen invitados;
Por favor, delante de la gente no;
No me hagas una escena en la calle.

Todo bien, en serio,
Está todo bien.
Todo anda bien.
¿Cambiás esa cara por favor?
No me hagas pasar vergüenza.
Todo está bien.
¿Todo bien?

Yo elijo que me cremen (poesía de Romanticismo contemporáneo)


Un crédito de comodidad.

Ahorrando toda una vida para pagarse un ataúd confortable.

Se paga en cuotas de ocho horas diarias.

No es negocio.

Todo para que algunos beban buen vino.

Y cada tanto nos dejen probarlo;

esa ilusión para que no nos quejemos tanto.

-Quien vea esta perspectiva es inadaptado-

Yo elijo que me cremen.

Las cosas se cargan de valores innecesarios. Hay inyecciones de baba. Las ciudades buscan convertir al humano en sujeto de consumo con un bombardeo de publicidad. Todo se vuelve mercancía. Todo es exprimible.

Shopping de personalidad(es) –falsa identidad.

El hombre en tanto tal, no es eso.

El hombre es creatividad.

El hombre es imaginación, es inventiva.

El hombre nació libre.

Cazó y recolectó.

El hombre vivió más tiempo unido a la naturaleza que distanciado de ella agrediéndola.

Es anti-natura la monotonía y la rutina esclavizante.

Existe la fuga, el escape y la conciencia de libertad, pero es visto como lo extraño, como el “bicho raro”. (Negociación de una hegemonía, hegemonía de una tradición)

Es llamativo que para encontrarnos tengamos que irnos lejos. ¿De qué huimos? ¿Adónde?

Lo que viviendo con la tierra y la naturaleza nos parecería extraño, ahora se considera “normal”. La tierra y la naturaleza son la excepción.

El hombre tiene la capacidad de crear, y es una capacidad que no nació con el mercado. La estructura asfixiante va contra sí, instala la angustia.

Cada batalla debería librarse en el lugar que le corresponde.

Y terminar donde cada ideal desea morir.

Yo elijo que me cremen.

Lo que admití parir en mi píel


Me voy a desnudar,

Desnudar de ropa, desnudar de piel,

Desnudar de preámbulos, desnudar de imaginarios.

Si pudiera desvestirme de falsos deseos

Y blandir mi miembro simbólico en la cara que los origina.

Sé que un poeta lindo,

Mercachifle de lo estético,

Dijo que huir no conduce a la libertad,

Pero estando en un calabozo, su simetría artística es difícil de comprender.

Por eso hay que pensar claro,

Localizar el problema y atacarlo en su centro,

Aunque huir de él parezca mucho más fácil…

Ver dónde más duele y apuntar ahí.

Estos barrotes de horarios,

De consumo, de títulos, de obligaciones impuestas imperceptiblemente.

Ese carcelero de consenso,

Que convida puchos de complacencia.

El arrebato estilístico se comercializó:

Las vanguardias colgadas en los museos,

Las subculturas juveniles se venden de a peso,

Los héroes libertarios conducen programas de televisión.

Yo me desvisto,

No en el medio de la calle por causar asco,

Sino en un lugar desnudo de estructuras…

Volver a intentar en los paisajes de lo nunca fecundado

Esperando encontrar lo que fue nacido en mí,

Lo que admití parir en mi piel,

Para así descartarlo,

Y aprender a plantar lo que realmente es necesario.