NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Ciri, el buscapiel


Al fin y al cabo, un buscapiel es un busca, sí… Y busca historias en eso que llamamos “gente”. Y cuando decimos “gente”, ¿por qué a veces preferimos estar afuera?
Decimos “la gente” y salimos del lugar y el tiempo que somos, del lugar y el tiempo al que pertenecemos.
Decimos “la gente” y nos ubicamos en el sitial de un juez superficialmente melifluo, desdibujado, sin tono, que arrasa con su plumero de verdades y limpia las basuritas de ocasión. Y cuando las cosas se complican, va a parar debajo del felpudo.
“La gente”… digo eso y salgo como el 5 que quita la pelota y se la da al que sabe, por que ya está, ya cumplió… por que si se la roban, de contra lo embocan.
Digo “la gente” y me lavo las manos. Actúo como un Pilato más, sólo que me las lavo rápido, así nomás, total, hablamos de “gente”.
Para poder escribir esta aguafuerte, necesito entrar en una piel, una piel es una historia, un amor, un despecho, un desencuentro, una vida, una muerte. En una piel caben mundos, silencios, proyectos, desencuentros, alegrías, fuegos, perfumes, saltos, erotismo, colores, una piel es “gente”. Para encontrar una historia, tengo que hurgar una piel. Para meterme en una piel debo aterrizar en esa masa deforme y alocada que es “la gente”… sí, “la gente”.
La gente que es apenas un número, gente que cuando la tocás, siente un eléctrico ardor, gente que cuando la besás, se enciende, gente que cuando conocés su vida, tiene una piel, un nombre, un amor… “gente”, para muchos la pluralidad o, si prefiere, “pluralidad de personas”, “gente”, para otros un impuesto más.
Y hablo de esos Robin Hood de ojo tapado, que sólo le sacan al ciudadano de a pie, pero le perdonan la vida a los peces gordos que, mal que nos pese, también son “gente”.
“Gente”, eso que algunos creen lejano porque pierden el sentido de lo humano, el sentido de la vida. “Gente”, el mundo que cambia, las historias que quedan.
“Gente”, por la “gente” existen los buscapiel, los contadores de historias, los poetas, los artistas del salto y el hambre, los esclavos de la iluminación.
“Gente”, un voto que seduzco y luego desatiendo.
“Gente”, vos y yo, tanto como eso, no te alejes, quedate cerca.

Gentileza de Maximoon, texto extraído del libro "Ciri, el buscapiel -Crónicas Urbanas" de Sergio Cirigliano.

Estrella de Octubre


Este último 9 de Octubre, se cumplieron 43 años de la muerte de Ernesto Guevara, el Che. La sistemática distracción que caracteriza a quienes portan los megáfonos de la Cultura Hegemónica, olvidó mencionarla entre las efemérides.
Los monumentos y las poesías no son las formas más transparentes de recordarlo, es que en verdad, y a pesar de lo desigual que está la lucha, nunca lo hemos olvidado, este es sólo un producto más de lo que es vivirlo día a día, otro intento por correr las nubes que tapan su estrella:

Estrella de Octubre


Dicen que fue en Octubre aunque yo creo que no fue nunca.
Dicen que vivió y yo no confío que haya muerto.
Dicen que murió y seguro está más vivo que muchos.
Que no dormía, pero escuché de muchos de sus sueños.
Cuentan que de noche pasaba horas en la sierra mirando las estrellas.
Cuentan que las contaba.
Cuentan que bajó una y la llevó consigo.
Comenta una señora que cuando Ernesto murió creyeron que el sueño había terminado,
Que todo se había vuelto imposible.

Comentan los enemigos que Ernesto no tenía miedo cuando lo mataron,
Que había vivido enfrentando a la muerte.
Enfrentando a la vida.

Cuenta un compañero atento, que desde el día siguiente al que Ernesto murió,
Se cuenta una estrella más en el cielo.

Hasta la liquidación siempre (el Che como movimiento de Alta Costura)


Hoy tu cara es pura moda, la barba rebelde no es más que el eslogan para apagar el fuego o el logo de alguna que otra marca coqueta con la que quisiste terminar. Lo que alguna vez fue símbolo de tu dureza y ternura es hoy merchandising de Alta Costura, sencillamente con un fin, un único fin, acabar con la Contracultura.
El significante devoró al significado, y al perro con rabia que todos juntos criamos, hoy le gritamos “¡sit!”.
No asusta el hombre sino la silueta que deja en el aire la figura de él. Dos formas de dominarlos: destruir o apropiar. Primero destruimos, luego apropiamos y regalamos en sobres con colores luminosos... no hay mucho que pensar, si los hongos venenosos fueran el estandarte de la oposición, los arrancarían, cocinarían y pondrían en ensaladas tibias que luego serían regaladas por la calle, todo para proteger el derecho feudal a la propiedad y la riqueza ilimitada. Sencillamente, se ve una vez más que los muertos no escriben y que, tras la fiebre liberal, los vivos cacarean pero no ponen huevos.
-Dejalos correr, son paralíticos a toda velocidad; los lugares adonde puedan ir ya son todos parques nacionales- dice con mucho de certeza la intelligentsia burocrática. Se creó y convencionalizó un modelo de libertad que se parece mucho a salir de compras y hacer zapping.
Mientras tanto millones de eruditos del maquillaje ven en esas vitrinas tu tumba, sin ser conscientes que solo son marionetas que hacen girar los engranajes de un aparato del que no pueden escapar. Este monstruo no funciona con aceite ni combustible, solo con sus bolsillos.
Es que bajar una estrella y ubicarla en la frente, el pecho o el culo es hoy demasiado fácil, Alberto Korda se revuelca en los rincones oscuros de las vidrieras luminosas, que no son más que el cuadro de la materialidad, un cuadro que embolsa en su marco lo imposible que será sublevarse a lo superficial, pero la felicidad que no cuesta conseguir tiene sustentos flojos, andamios débiles, es inmediatista y se quiebra fácilmente... la máquina está sobre calentada, pero sigue funcionando, sus seguros y garantías prometen larga vida útil.