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Equivocaciones adrede.
La manzana puede ser prohibida, pero su gusto no deja de ser dulce en los labios.
La reducción de nuestra distancia a cero antecede a la cercanía,
Primero fue posible, fantasmal,
Y por eso su real anestesia.
Siempre es reunión, la vuelta a la inexistencia de lo total.
Nos convertimos en la distancia, ocupamos su lugar.
A la sombra, nos volvemos una única silueta.
La piel no se equivoca, por más dudas o culpas que la maquillen.
Así que, nada de eso de cuadros sin color; es óleo sobre óleo.
El dolor tiene ese doble efecto de, al saber procesarlo, purificar.
Tan tontos que no nos dejamos domar por Dalí:
Entonces escapamos a los campos de lo conocido.
Apenas puedo proponer hablar a oscuras y sin palabras.
Una equivocación adrede,
Que volvería a cometer…
Hasta ahí.
H de Hormiga, o un megáfono subterráneo
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