NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Círculos que no cierran


Los círculos no se cierran por sí solos, sospecho que bien lo captaron los físicos matemáticos cuando formularon el número л, entendiéndolo, por supuesto, en la dimensión que se correspondía con su materia.
Este misterioso número apareció quizás como una de las ecuaciones más repetidas en la física, hasta tratarse, prácticamente, de una coincidencia histórica. Curiosamente, la cifra 3,14159265358979(…) simbolizada en la letra griega, se hacía presente cada vez que los antiguos estudiosos de las exactas intentaban conocer la medida de un círculo, con lo que, aún hoy, cada vez que dibujamos un círculo estamos utilizándolo. Sin embargo, los matemáticos, lingüistas de la física, nos dicen que se trata de un número infinito, lo que podría hacernos concluir que si bien a simple vista un círculo parece encerrar algo dentro de una línea que junta sus puntas, en verdad, siempre hay una diminuta fuga, algo que escapa. Esto último sería abstracto por demás pensarlo para la geometría, donde evidentemente el dibujo se halla cerrado; lo que aquí adquiere importancia es el planteo de si es posible explicar todo a través de lo concreto, lo que se considera evidente, sin dudas conocido.
No es poco decir que este infinito no es uno de los que se aleja y que, por lo tanto, debemos “ir a buscar afuera” -tal el caso de la sucesión de números enteros. Por el contrario, es un infinito que se mete y debemos buscar dentro, introspectivamente, cada vez más adentro y siempre un poco más, si es que queremos cerrar un círculo.
Bien sabemos que los matemáticos separan en números racionales e irracionales. Por su cualidad de infinito es que al número л se lo denomina número irracional: escapa a la razón. Algo nos estaría sugiriendo que para completar una circunferencia, se necesita de un elemento irracional. ¿Acaso es ese elemento el que debemos ir a buscar adentro?
Los círculos no se cierran por sí solos -repito-, pareciera que los círculos de la vida sólo pueden cerrarse con ese componente que cada humano debe ponerle a los suyos.
La letra л que han elegido para designar el cociente entre la longitud de la circunferencia y la longitud de su diámetro, encuentra su origen siendo la inicial de la palabra griega “periferia”, lo cual no por casualidad nos está indicando que algo habrá por fuera y, ergo, algo habrá por dentro.
Es difícil conocer dónde quedan los círculos que no se cierran y dónde se pierde el componente irracional que los cerraría. Puede suponerse, que tal como los pulmones cuando van albergando residuo de oxígeno que no se expulsa y dejando menos capacidad para incorporar nuevo aire, resulta en nuestra agitación, cansancio y menor claridad para ver.