NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

En el lugar equivocado en el momento no indicado

A veces me pregunto si acaso no habré nacido en la época equivocada.
La vida, el universo, dioses, Dios, el cosmos o lo que sea, me arrojaron a este rincón del mundo (que -con todo- bastante amo) en esta época; de nada sirve penar, salvo para entorpecerse la propia vida.
Desde luego que para cada época existen simples visiones estereotipadas que son reducciones de la totalidad de variaciones que existían en ese tiempo: como suponer que en 1789 todos los franceses eran revolucionarios (bien uno podía nacer en el campesinado alejado de los fuegos jacobinos, de hecho las probabilidades son mayores estadísticamente para que así sea), o imaginar que en la época del antiguo Egipto seríamos faraones (cuando bastante más común era ser esclavo).
Se trata sólo de idealizaciones.
Pero no puedo negar que cierro los ojos y sueño con ser un pintor de las vanguardias del 20, imaginando y sintiendo en lo más hondo de la piel que realmente es posible buscar en la paleta el color perfecto con que pintar un mundo nuevo, la pincelada precisa que corra la línea que divide el supuesto de lo que es realidad y lo que es fantasía.
También vuelo a la década del 60 y fantaseo ser un revolucionario del Che, confiando en que es posible descolonizar a todos los seres explotados por un sistema de capital injusto, en cualquier lugar del mundo.
De igual forma me transporto a la París de 1968 y siento el calor de confiar que se puede llevar la imaginación al poder.
Me vuelvo una hippie en Woodstock, desnuda y mirando a los ojos a cualquier hermano.
Soy algún nativo de una pequeña tribu viviendo en contacto con los demás nativos, lejos de cosas que se enchufen y tengan botones.
Un budista en el Tibet. Un yámana atravesado por la sensación de esa palabra mágica mamihlapinatapai. Un anarquista español. Un trobriandes que mira como ridículo a Malinowski tomando anotaciones. Soy todo eso en su respectivo momento, queriendo ser todo eso en este momento.
Y abro los ojos y me pregunto: ¿qué soy de cada uno de esos que fantaseo ser?

Oscilación de ruido y silencio

un paisaje verde
césped húmedo y sol templado
una cascada que adormece con el manso flujo de su agua
el viento que trae el rocío para volverlo caricias en el rostro
la brisa hace melodías con las copas de los árboles
el cuerpo es un elemento fundido al paisaje

y entonces la tijera en el ombligo

la risa del depresivo y el llanto del psicópata
la culpa del recién nacido por la escalera de nuestras espaldas

sé que mi amor está fuera de estado
mis latidos perdieron el ritmo

un orgasmo-terremoto cada tanto sacude el mobiliario de mi cabeza
se desempolvan las muñecas rusas que miraban desde los rincones

ya no ando sacudiendo la cabeza y rebotando con ideas de aquí para allá:
advienen gotas de transpiración teledirigidas por un arquitecto de jardín

cada tanto una risa desencajada y desatada
a veces un mate y un bizcochito en una plaza
un abrazo y un llanto compartido
la escapada al campo
mirar a las estrellas
el infinito del universo
perderse en el horizonte
jugar con los límite de la visión

todo eso me hace tan bien
y sin embargo lo hago tan poco









Entre palazos y bombas de gas, el premio nobel de la paz


La Academia Sueca decidió entregar el premio Nobel de La Paz a la Unión Europea.
¿Qué es la Unión Europea? Básicamente son los Estados de los países que integran el bloque económico que se maneja con la moneda Euro.
Sin dudas, la decisión tomada por el comité de la Academia responde a intereses políticos, a dar prestigio a los gobiernos de los países de la Unión Europea, y en un mismo movimiento, legitimar las medidas de ajuste aplicadas por estos en la turbulenta crisis económica que atraviesa Europa.
Pero sin dudas esto es una paradoja. Paradoja que al ser analizada con mayor atención, es en realidad un absurdo trágico.
Aquí un somero punteo de los elementos que hacen de esa decisión un absurdo, todos fenómenos que contrapuestos con lo que el término “paz” debería significar, dan forma a un verdadero oxímoron:

Se le entrega el Premio Nobel de La Paz a la Unión Europea, cuando:
se está ahorcando económicamente a las Sociedades Civiles de esos países.
los gobiernos de la Unión Europea han respondido a palazos a las protestas civiles, con represiones que ya han dejado casi un centenar de muertos.
los gobiernos de esos países aplican recortes en educación, salud, derechos laborales, ajustes a los asalariados, etc.

Para no dejar lugar a la ambigüedad, días después de que se determinara que la Unión Europea sería mencionado como un honorable ente pacifista, en Grecia se presentó Angela Merkel, la flamante canciller alemana. Y Mientras Merkel anunciaba en su discurso que el FMI seguiría llenando de deuda y recetas de ajuste al Estado Griego, a cuadras de allí, cientos de manifestantes que salieron a las calles a expresar su descontento con las políticas que los gobernantes imponían, eran reprimidos por la fuerza policial.

Sin dudas se trata de la ejecución de recetas del FMI y demás ajustes de corte neoliberal. Las inmensas deudas contraídas por las corporaciones y los gobiernos de la Unión Europea, son consecuencia de décadas de políticas neoliberales, de sostener la vieja creencia capitalista de corte liberal ortodoxo, que resulta en una economía dominada por el mercado (centralizado, con el consumo desmedido, donde las decisiones las toman los monopolios, donde no hay intervención del Estado en la regulación de las medidas económicas, donde se privilegia la especulación financiera por sobre la producción real).
Así, nuevamente aparecen las deudas privadas que son estatizadas, así las mismas las pagan los pueblos, para que no las paguen las corporaciones económicas. Desde luego, estas medidas afectan a los sectores más vulnerables de las sociedades: clases trabajadoras, desempleados, etc.

En este contexto, le entregan el Premio Nobel a la Unión Europea. Los jurados que toman la decisión de entregar el reconocimiento, deben estar a carcajadas en alguna sala de algún lujoso edificio en Suecia. Los sectores de poder se auto-convalidan, diciéndose el uno al otro “está bien lo que hacemos, aplaudámonos entre nosotros y sigamos así”. Nadie votó tal decisión.
Según el testamento de Alfred Nobel, el Premio de la Paz premio se otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz". Este premio que goza de tan buena prensa, fue en el pasado entregado a verdaderos luchadores por la paz, como Martin Luther King, la Madre Teresa, Nelson Mandela y Rigoberta Menchu. Pero parece que ya hace algunos años su jurado está un poco distraído, ya que así como ahora a la Unión Europea, en 2009 le fue otorgado a Barack Obama, siendo máximo dirigente de un país con fuerzas armadas desparramadas por todo el globo.
El contraste habla por sí solo.

Tumbas sin cuerpo


Familias que caban hollos donde poner un cajón vacío.
Tejen y destejen la misma historia, una herida que no cicatriza, es el pasado que sangra. Ellos son Penélopes de un Ulises que nunca llega.
Y caban y caban desde hace décadas, sin nada que enterrar. El pozo está en la tierra desde hace tanto...
No hay dónde dejar las flores.

Flores marchitas buscan una tumba donde ser dejadas.
Las espinas pinchan las manos de las familias que piden sepultura.
Hace años sujetan y sostienen las mismas flores. Los dedos sangran por los pinches, pero el dolor casi no se siente; no hay resignación al sufrimiento que se apodera, a no poder poner palabras.

Los aullidos vienen desde el río. Allí dentro, en las profundidades, hay un pueblo gritando.
Los edificios le dan la espalda al agua, que con su leve oleaje intenta llamarnos, traernos un comunicado. Es un mensaje dentro una botella que muchos no se animan a abrir, que otros directamente vuelven a arrojar al río, la entierran y la tierra la escupe nuevamente hacia fuera.

Un riachuelo contaminado que tanto hablaron sobre sanear... hoy pareciera que se dan los primeros pasos en el saneamiento.
El brazo del río que recorre el continente está lleno de sangre, y pasa lo mismo que con aquel riachuelo olvidado, tacho de basura de inmundicia y desperdicios de sociedad... casi treinta años se debió aguardar para realmente poder barrer ese fondo... y aún ese fondo está muy lleno de barro y huesos.
El río continental corrió desde el norte, inundando todo suelo fértil que se ubicara más al Sur: Guatemala, México, Paraguay, Brasil, Chile, Uruguay, Argentina...

Diosa musical


En algún momento de la historia la música se separa de los cuerpos.
El hijo es parido y ya no está en el interior de la madre música. En realidad, se pare a sí mismo.
Los sonidos ya no son organizados ante todo sobre una función motriz, kinética.
Y se aleja de la magia, de un efecto sobre las prácticas.
La música es cosificada, se vuelve una cosa y así le es confiscada al todo del momento divino. Es arrancada de su aura y lo aurático, que siempre impacta como un aquí y ahora, sobre el momento y sobre un cuerpo que siente, que no contiene lo sensorial, que es atravesado por la vivencia sonora. Como un rito, unido a un más allá que es traído a la situación experienciada. Porque la música es un gobierno sobre el cuerpo, organiza prácticas y les da sentido.

En algún proceso del devenir de la historia, la música se transforma en disciplina. Ya no es el aquí y ahora sonoro, sino que se convierte en La Música, lo musical. Es racionalizado, y es estudiado, es puesto sobre rieles de progreso, medido por una perfección, un ideal de la música: el buen sonar.
Y claro, para haber un buen sonar, se debe distinguir de algo, de un mal sonar.
El mal sonar es puesto en un lugar lejano de la razón, que no la haga peligrar; así, es atribuído a lo otro, a la otredad que es puesta en el espacio de lo no racional. En el pueblo “bárbaro”, en lo que está del otro lado de lo “civilizado”, que se se vuelve civilizado en un plano de lo nombrable, montado sobre una valoración de su interior, la razón categorizadora, es (auto)reconocido como del orden de lo civilizado.
Hay una escisión, una secularización. Es el enfrentamiento y el control sobre todo lo que sea considerado desordenado, pero sobre todo, que sea vinculado a lo denominado como irracional, como una clasificación que funciona rígidamente. Y en lo irracional está lo mágico.
Por medio de la razón, el ritmo de los dioses profanos, se vuelve el ritmo del hombre (por supuesto, del hombre civilizado). Y lo racional conecta con la idea, con un idealismo superior, elevado, pensante, de un estadio de una supuesta mayor evolución, cabalgando sobre el progreso, al cual se accede por la puerta del orden, mientras lo otro se postra sobre el lodo de lo inferior, de lo menos evolucionado, alejado del progreso, antiguo, corporal, que no es lo elevado.
Y el ritmo ya no irrumpe desde y hacia el movimiento, desde lo sonoro que contagia la sangre, ya la música no sucede en el sitio, no es acontecimiento irrepetible, no es experiencia situada, no se experimenta jugándola, tanto los que la hacen sonar, como los que la “escuchan” -un escuchar constante, no atomizado- desde el cuerpo.
En cambio se compone y se ejecuta acercándose a la idealización de esa composición. Composición que en algún mundo superior contiene su perfección. Se diseña un mundo de las verdades, donde los sonidos son el sonido correcto. Y se debe sonar como ese sonido perfecto, cercano al bien.
Así, la música ya no está donde sucede, está en otro lado sacralizado, el paraíso de las buenas formas musicales, que por supuesto, se asocian a formas de modales, los buenos modales.
El proceso debe adoctrinar ese vivir la música, porque se lo imagina cercano a las pasiones y es símbolo de peligro. Es un cuerpo libre que baila. Debe ser racionalizado, poder anticipar sus prácticas, contenido, que se ajuste a un baile estandarizado: el baile fino, el buen bailar, correcto, noble, cortesano y pautado; es acordado, se ajusta a un contrato social que hace suponer que no pone en peligro a esa sociedad.
Entonces, la otra música que fluye, que corre y no se detiene, que es constante y pone a sus bailantes junto con esa continuidad, los aloja en su seno y ellos se arrojan a su fuego, esa otra musicalidad que se une con ellos, existiendo en tanto unidos y recorriendo el espacio juntos, es mediante esas estrategias de control, detenida, discontinuida y llevada a la hoja, a la nota medible. El sonido es matematizado y separadado en partes, en un alfabeto de sonidos, un código. Esto se da como si de una disección se tratara, es estudiada clinicamente, operada, descuartizada. En la operación quirúrgica, se le extirpa lo enfermo, lo podrido, el mal de lo incontenible, de aquel baile que no se detiene y no es contenido por una carne física que se separe del entorno que es atravesado por las vibraciones que recorren el lugar en el que el cuerpo vive y late en su aquí y ahora.
El ritmo alegre, alegra (y no es que haya un ritmo que es esencial y universalmente alegre, sino que para una cultura, para sus cuerpos que reciben ese ritmo, es generador de alegría, y para otra -aun si es de la misma sociedad-, puede producir otra cosa). Pero la alegría no tiene buena fama en ese momento en que el proceso hace caer lo considerado banal, que es lo que portan esos otros sectoeres rotulados de “bajos”. Todo lo que se identifica con los individuos de ese conjunto social, es despreciado. Las fiestas, carnavales y ritos con que se identifica, son perseguidos, prohibidos o apartados. Ese modo alegre, simbiótico, que tiene de vivir esas festividades, será reducido.
Pasa a haber una aspiración de un sentimiento más elevado, más profundo, que tiene que ver con algo idealizado como “bello”. Es asociado a una pasión que es sana, a sensibilidades altas que tienen que ver más con la idea correcta, con un efecto preciso que impacta en un lugar más hondo, más cercano a un centro que es depositario de la verdad.
No se trata de simples halabanzas a algo que sería más puro, en absoluto. El foco debe estar en que existen distintas formas de relacionarse con la música, un elemento vital en la constitución de identidad de los sujetos en una comunidad, que los encuentra, que es componete decisivo en accionesde culto, que agrupa y desagrupa colectivos, conforma lazos y cambia imágenes.

Ahora el ritmo es estudiado desde la rítmica, y desde ahí vinculado a un sentimiento con nombre en particular. El ritmo se torna disciplina de la rítmica. Es teñido de civilización.
Pero desde luego, también hay un existente rasgo de orden sonoro que se altera, hay otra sonoridad, una nueva afluente de formas de sonar -que luego serán llamados géneros o estilos.
El ritmo caótico, oceánico, ese mar bravo que vuelve gotas a sus bailantes, un mar que es existente por sus gotas, es contenido, es estilizado. El mar entra en un recipiente.
Porque lo que ha cambiado son esos cuerpos, portadores ahora de la razón, del pensamiento positivo, separado. Por tanto, han de relacionarse distinto con su mundo. Es ese pensamiento vinculado a un nuevo trascendental, que está en otro lado, en un sitio separado de este, que es criticado, que se autocritica y se reconoce como en vía de un camino de progreso, y que por eso tiene un mañana más próspero cuya contraparte es un hoy menos pleno.
Cambiados esos cuerpos, cambiada esa música. Y hay circularidad.
Pero también la piel resiste, y se esconde en lo popular, en la cultura subalterna.
El sonido es estilizado y se ajusta a un modo de sonar que es visto como correcto, desde un enfoque etnocéntrico, con sus propias creencias que son autojustificativas de la puesta en marcha de todo un aparato de control que se despliega mediante dispositivos y herramientas precisas de una estrategia determinada.
Así, debe sonar de una manera. Es un proceso de estandarización. Todo se vuelve igual, la nota que suena así, debe sonar como ese modo de ser ideal. Se unifica sonidos en canciones, y la canción debe sonar como esa canción es en su forma del bien, como suena cada nota como se halla escrita en una partitura. Las notas son montadas sobre líneas matemáticas que jamás se tocan con la piel. Y son impalpables en muchos sentidos, ya que no se las vivencia corporalmente en la carne.
Lo indominado tiene que ser dominado. La música cósmica debe volverse la “adecuada”, la que es leída como la correcta, donde no hay desborde sino que hay previsión.
En ese medir el sonido, también se investiga con nuevas sonoridades, surgen también otras diversidades. Porque el sonido jamás es del todo dominado. Así es que es vinculado también a un espacio casi sacro, el de las Bellas Artes. Y tiene el prestigio de ingresar a un espacio que es cargado con cierta idea de creación libre, de una imaginación divina.
Claro que volviéndose cosa puede adaptarse a un sistema mercantil preciso, volverse mercancía, comerciada, puesto a disposición de una industria de producción, venderse y comprarse, puesta en vidrieras, adquirida y coleccionada, es transporatada a una casa donde se la escucha en forma privada, personal.
En la casa, también es escuchada a solas, y hasta quizás oculto del ojo ajeno, en un lugar que se la pueda bailar libremente. La libertad del baile está encerrada, se la encuentra en el encierro. O quizás haya que ser menos auspicioso, y decir que se la busca, preguntándose si se la encontrará. Sí, algo se encuentra, pero sin la fusión del cuerpo del otro, sin que se produzca el cuerpo compartido, unido, fundido, no será necesariamente igual.

Por su pasado de apasianodor, pero también por las propias potencias que la música porta, no puede ser separado del todo del cuerpo.
Y la música es asociada a ciertas prácticas precisas, a acciones que son cuantificables y nombrables: ir a una disco, que acompañe en el espacio de la casa, generar clima en un bar, escucharla en un recital en un estadio o en un teatro -lo que demuestra que en algunas dimensiones, sigue existiendo la música vinculada al hecho de que los cuerpos se tocan, saltan y empujan, buscando unirse; pero también está en un sujeto que ingresa un teatro y se ubica en una butaca precisa, un teatro que ahora es silencioso y donde se tiene que escuchar de un modo fino y delicado.
Sin embargo no permite ser totalmente administrada: existe esa combinación. Sigue la música a veces produciendo ese momento de sensación de totalidad, el momento de la magia, de fusión del todo y la nada.

Por si querés llamarlo despedida



El fin es una forma tan extraña de concluir las cosas.


No sé si estas palabras llegarán a vos, pero es lo poquito de esperanza que me queda.


Tanto surgió para decir, y ahora siento que soy nada más que silencio.
Quizás no pueda ver dentro de tus ojos otra vez.


Nos quedaron pendientes los viajes en hoja de otoño, los paseos en barquito de papel.


¿Quién verá formas en las nubes?


El papel está mojado: tal vez esta sea la última gota de magia que empapa uno de mis poemas.
Creo que me asusta más el hecho de pensar en no volver a llorar de esa manera incontenible...


Pero las estrellas cada vez brillan más arriba, ya casi no escucho la guitarra de fondo que suena en mi vida.


¿Qué guionista dirigirá ahora mis sueños cuando duermo? Están apareciendo personajes de lo más normales; en traje y color piel, como vanas repeticiones de escenas.


¿La pintura serán manchones sobre cuadros, los sentimientos se separarán del pincel?


Mi necedad combina algo de nostalgia, y me lleva a seguir juntando panaderos, a quedarme mirando a las hormigas, sentado al lado de mi triciclo, para cuando quieras salir a pasear.