-“Buen día, brillo de Sol”-
Desperté escuchando The Beatles. La música quedó sonando toda la noche desde que me acosté.
Noche corta, si la asimilamos a las horas de sueño, que no suman más de 3.
La cabeza en dos, me levanto con la pollera puesta aunque desabrochada, más un vaso de whisky aguado en la mesa de luz.
Lo primero que hago es ir a ver si está la billetera. Está. (Sé bien a quien estoy jugando ser.)
Me incomoda pensar que hace horas hay personas disfrutando el día, y yo ni siquiera estoy en condiciones de recordar si disfruté la noche.
La música suena insoportable. La apago.
Muy largo el camino hacia el baño.
La heladera vacía (las botellas no cuentan).
En menos de 20 horas tendré que estar repuesta para disfrazarme de oficinista.
Estúpida montaña de vajillas sin lavar.
¿Dónde está el libro que empecé a leer anteayer? Detesto notar que no lo marqué con señalador y que al repasar las páginas me doy cuenta que no entendí nada:
-¿Este párrafo lo leí? ¡Está en la hoja 7 y dice algo interesante! Debería recordarlo… mejor vuelvo a empezar el libro-
Tantas experiencias habrán pasado de largo como ese párrafo.
El párrafo construye una idea sucinta, con palabras poco concisas, que más o menos quieren transmitir lo siguiente: “Cómo cuesta dejar ir al pasado”.
¡Qué difícil sumarse al presente!
Es domingo, puede que eso me tenga un tanto molesta.
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