NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Leones sueltos y un conflicto ético.



"Mientras los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador"
Proverbio africano

Apuntaron a los leones, a los osos, a los tigres, a los pumas... Dispararon. Nada de dardos tranquilizantes, la orden era matar a quemarropa, a sangre fría.

Terry Thompson, dueño del zoológico de Zanesville, había sido liberado hacía un año, tras cumplir una pena de prisión por portar armas de fuego. El 19 de Octubre de 2011, sintiéndose identificado con los animales cautivos en su zoológico, después de conocer lo que era encontrarse tras las rejas, quiso devolverles también a ellos la libertad.
Y las similitudes sarcásticas continúan: si el dueño del zoo había sido encarcelado por portación de armas, el gobierno de Ohio, Estados Unidos, dio la orden de con sus armas, aniquilar a cuanto animal salvaje merodease por las calles: 48 de las 56 fieras, fueron asesinadas (entre ellos, diecioho tigres de Bengala, especie en peligro de extinción).

Diecisiete leones muertos, condenados con la pena máxima por el sólo hecho de ser leones, y hacer lo que un león hace. Se les dictó pena de muerte por encontrarse en la situación a la que se los condujo, ¡qué elocuente! Cualquier analogía con la realidad cotidiana, no es pura casualidad.
Cuánta ironía: los leones se encontraban en jaulas sin ser culpables más que de ser animales atractivos para el espectáculo humano, puestos tras barrotes, para que así los niños los vieran dormir (porque nunca hacen cosas de león en sus celdas, ya no, esas que muestran los canales de animales, que nos hacen creer que eso que enseñan es un león). Pero si salen de sus prisiones, ya no entretienen, pasan a parecernos peligrosas amenazas... y entonces, el triste espectáculo pasa a ser el humano.

La noticia que los medios difundieron no daba a conocer la vida de los leones, nada más decía que eran leones. También informaron que el propietario de la reserva de animales, luego de liberar a los animales, se suicidó (¿Por qué hizo esto? no fue noticia, puras conjeturas.) Noticiaron, asimismo, que se había comunicado a la población no salir de sus casas, y que "la justicia" sentenció dar fin a la vida de los leones, la cual, repito, desconocemos.

Tal vez sea posible imaginar sus historias a partir de una breve ficcionalización -suponiendo que sus vidas no eran tan distintas, que en definitiva, es la homologación que se cuando se ven aquellos canales de animales.
Quizás vivían en la gran Sabana africana, algunos podrían haber sido machos dominantes de manadas, habrían tenido crías, y comido carne de animales que ellos o leonas de su manada habían cazado.
Hagamos de cuenta que en el caso de las leonas, la historia era la misma, desde el lugar de las hembras. Un día, sentirían un pinchazo: serían cedados por un dardo, para luego despertar en jaulas. Serían trasladados como mercancía, y encerrados en un zoológico. Muchos días, habrán extrañado (con su psiquis leonina) su vida de Sabana. Otro día, la puerta de su prisión se abriría, y escaparían. Estimo que creían que afuera encontrarían su Sabana, pero afuera encontrarían un paisaje y una ley, muy disntintos a los que habían conocido.

Según la Associated Press, Matt Lutz, alguacil del condado de Muskingum, dijo que los animales eran "adultos, muy grandes, agresivos". Por razones demasiado obvias, no se conoce la opinión de los animales masacrados.

La gacela que juega a ser manjar



“Tratando de lucirse, un chancho puede comer jamón (siempre revelamos a lo que estamos sometidos)” Carlos Solari

La gacela escapa una vez del león, es afortunada; dos, si es hábil; tres, ya significaría que hay superpoblación leonina o que el vegetariano no se previene lo suficiente –no cuento con el desarrollo teórico, como para decir que exista una perversión, en sentido freudiano, que pudiese llevar a una gacela a juguetear con los leones por pasión al escapismo.
El peligro viene prevenido en la condición animal de una gacela, instintiva como el león, que a su vez teme a la hiena, las cuales así también, se resguardan del león; y sino, al menos sabemos que el aprendizaje se concertará a muy temprana edad.

La tensión del poder en relación con las especies animales, se encuentra actualmente resuelta, al menos en la vida urbana (podemos decir que algunas excepciones son el miedo a lo salvaje y su efectuación en las plagas).

En otros tiempos de la humanidad, muchas culturas acudían a la magia para protegerse del peligro que suscitaba compartir hábitats con animales salvajes. Así, la pintura en cavernas, muchos rituales, utilización de partes corporales amputadas a animales, eran prácticas encantadas, de una carga simbólica que representaba una fe para salvaguardar la desesperación ante el riesgo de muerte. Me haré de una banalización de Heiddeger para afirmar que la desesperación por el conocimiento de la contingencia, frente al hecho de descubrir nuestra finitud, siempre condiciona más o menos indirectamente las acciones y, en definitiva, es un “saber” que surge de un tratamiento cultural particular, pero que indefectiblemente, siempre será administrado de algún modo. Este requerimiento, deriva en efectos materiales en la praxis de los sujetos, que cristalizan en lo que antropológicamente será considerado como institución de una cultura determinada: por ejemplo, el caso de las creencias religiosas.

Actualmente, el tratamiento de la prevención ante la muerte en nuestra cultura, es sobre todo mezclado en tubos de ensayo en laboratorios, pero también disimulado con maquillajes en publicidades de cosméticos, disfrazado en cuotas por las compañías de medicina prepaga, constantemente vendido en el suplemento policial, ofrecido en el sector de defunciones de los periódicos, actualizado mediante el recordatorio de efemérides. Por supuesto, el velatorio y entierro, se ubican en otro nivel operativo.
Si tomáramos a la muerte como las fauces de aquel león (en una paupérrima analogía poética bastante catastrófica para el sujeto de nuestra realidad geográfica-temporal), sería válido decir que a diferencia de la gacela, el ser humano occidental de las sociedades posindustriales capitalistas mediatizadas (terminología extraída de Eliseo Verón), sí se da el lujo de juguetear con el león.

Desangro el dolor

Queman los ojos de los demás, arde la culpa que se filtró en la sangre. La sangre que no me podré sacar jamás, que lleva mis genes de culpabilidad por todos los rincones de la piel.

Es mi color, es mi origen, mi raza, que castiga a todos, porque con mi inferioridad ocasiono la ruina de la florida sociedad.

No termino de comprender cómo desde este lugar tan remoto logro ser la calamidad del hombre. Supongo que no he de entender por mi bajeza, mi cerebro no desarrollado. Si todos me miran de esa forma, gente que sí recibió escolarización, gente vestida como corresponde, si la televisión me señala, la policía me maldice, seguramente así debe ser.

Apenas el refugio de las pastillas me queda, me ausenta de la deshonra que soy, por haber nacido esto que soy, de lo que soy culpable de ser y no podré cambiar, por llevarlo en la sangre.
Tan mediocre que ni siquiera tengo la generosidad de desangrarme.

España y los pobladores precolombinos: impunidad absoluta


Mientras en Argentina, es más bien reciente el debate por dejar de pronunciar al 12 de Octubre como "Día de la Raza", sugiriendo propuestas: eufemísticas como "Día de encuentro de culturas"; amistosas del tipo "Día del respeto y la diversidad"; o radicales al estilo "Día de la invasión y la matanza europea sobre América", en cambio, en España, se celebra el "Día de la hispanidad". Allí, cada día 12 de Octubre se conmemora el llamado "descubrimiento de América" con marchas militares ante la presencia de la familia real.

¿Existe manifestación de violencia simbólica mayor que esa?
La historia oficial española (que debemos pensar, nada tiene que ver con buena parte del pueblo español) festeja que fue imperio, se honra recordando su poderío militar opresor y construye una identidad, un "ser español" directamente ligado con la sangre derramada de los pobladores originarios de este suelo.

Un día juntos

Es hora de despertarse, de desempolvar el corazón y tirarse juntos por este tobogán. Volver a navegar en barquito de papel y acostarnos en el pasto a buscar formas en las nubes.
Puedo pasar a buscarte por tu casa e invitarte a merendar chocolatada y vainillas, o a volar en una hoja de otoño, si preferís. También podemos dibujar.
Más a la tarde, le pregunto a mi mamá si nos deja salir a atrapar panaderos por ahí; en un lugar hay un montón… es lejos pero con el triciclo llegamos rápido. Avisame cuando te canses y nos sentamos un rato a hablar en la hamaca.
Si se hace de noche, me gustaría tomar un helado y ver los bichitos de luz, sentarnos para atrás y ponernos a mirar todas las estrellas.
Seguramente a las diez ya estemos yo en piyama, vos en camisón –ese de florcitas tan lindo-, y nos quedemos un ratito largo contándonos historias con el velador prendido.
Nos van a decir que bajemos la voz. Después, si vienen a retarnos para que nos durmamos de una vez, podemos actuar: cerramos los ojos y cuando se duerman todos, nos quedamos susurrando con la luz apagada.
El primero que se duerme pierde y mañana le toca jugar a lo que elija el otro.
Buenas noches. Mañana jugamos a lo que quieras vos.
Si tenés ganas pasate por mis sueños, entrá sin llamar. Nos vemos en un ratito.

¿Qué es eso de sufrir por amor?

“Pobre aquel que nunca ha sufrido por amor. Malaventurado el ser cuya mejilla nunca ha sido recorrida por la lágrima del abandono.
Hay un gran honor en poder decir que el cuerpo ha sentido el más triste dolor producto del romance. Una cicatriz que no hace más que afirmar la sanidad de la carne. Un sentimiento que se torna positivo por su opuesto. ¿Qué mayor prueba que el inmenso pesar, para afirmar lo magnífico de amar, su poder supremo?”

No hubo forma de hacérselo entender, por mucho que le dijera, que le recitara e improvisara, el llanto no se detenía. Más locutaba yo, más sus ojos humectaban el universo –me veo incapaz de explicar tal acontecimiento físico, ya que desconozco realmente cuál era este funcionamiento biológico-sentimental.

Así es que mi argumentación no fue efectiva, jamás logré persuadirle de los beneficios de mi exilio a su persona, hecho que era más que un buen motivo para descartar las líneas que experimentalmente le mencioné. Pero aun así, me pareció que mi comentario tenía algún valor, por lo cual preferí memorizarlo y así poder aquí redactarlo.

Sigo sin entender en verdad a qué apuntaba…
¿En qué consistirá eso de sufrir por amor? Si alguien puede dar respuesta.