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Reflejo espejado: Pongo un espejo frente a la vida, y la veo pasar.
Camina, mi nervioso paso lento, tu tranquila ansiedad…
Tu perspectiva ciega, mi vista de vos.
Mi grito mudo, tu voz de mí.
Tomo otra vez un pasadizo ajeno por buscarle un atajo al olvido.
Respuestas que no contestan preguntas, ni llamados; afirmaciones vagas que divagan por la vereda que eludí por temor.
Las caricias que olvidé, esas que acariciaban los momentos que serían para siempre y duraron tan poco (proyecto demasiado ambicioso el de los amantes– ¿o el de mi estupidez?).
Tu remedio casero a mi soledad pasajera, la que no aprendí a contener.
Una foto que no me atrevo a revelar. La negativa que necesitabas y no te supiste dar, sin más, no te quise dar.
Los despertares pendientes, la sobra de acostares: adhesiones pegajosas de la piel, falsedades transpiradas, humedad de las goteras de los inmortalizados amores pasados que elevamos a lo más alto, quizás para que desde allí hagan títeres de nosotros.
Curas tóxicas para los titiritares que de ellos fuimos;
Tus palabras justas a mis sobrantes excesos. La magia de tu bostezo. Lo aburrido de lo correcto.
Tu inmensa pequeñez, mi cercana lejanía, nuestra corta eternidad.
Un yo sin él…nunca busqué ser.
Un vos sin nosotros…nunca pude ser.
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