Queman los ojos de los demás, arde la culpa que se filtró en la sangre. La sangre que no me podré sacar jamás, que lleva mis genes de culpabilidad por todos los rincones de la piel.
Es mi color, es mi origen, mi raza, que castiga a todos, porque con mi inferioridad ocasiono la ruina de la florida sociedad.
No termino de comprender cómo desde este lugar tan remoto logro ser la calamidad del hombre. Supongo que no he de entender por mi bajeza, mi cerebro no desarrollado. Si todos me miran de esa forma, gente que sí recibió escolarización, gente vestida como corresponde, si la televisión me señala, la policía me maldice, seguramente así debe ser.
Apenas el refugio de las pastillas me queda, me ausenta de la deshonra que soy, por haber nacido esto que soy, de lo que soy culpable de ser y no podré cambiar, por llevarlo en la sangre.
Tan mediocre que ni siquiera tengo la generosidad de desangrarme.
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