“Pobre aquel que nunca ha sufrido por amor. Malaventurado el ser cuya mejilla nunca ha sido recorrida por la lágrima del abandono.
Hay un gran honor en poder decir que el cuerpo ha sentido el más triste dolor producto del romance. Una cicatriz que no hace más que afirmar la sanidad de la carne. Un sentimiento que se torna positivo por su opuesto. ¿Qué mayor prueba que el inmenso pesar, para afirmar lo magnífico de amar, su poder supremo?”
No hubo forma de hacérselo entender, por mucho que le dijera, que le recitara e improvisara, el llanto no se detenía. Más locutaba yo, más sus ojos humectaban el universo –me veo incapaz de explicar tal acontecimiento físico, ya que desconozco realmente cuál era este funcionamiento biológico-sentimental.
Así es que mi argumentación no fue efectiva, jamás logré persuadirle de los beneficios de mi exilio a su persona, hecho que era más que un buen motivo para descartar las líneas que experimentalmente le mencioné. Pero aun así, me pareció que mi comentario tenía algún valor, por lo cual preferí memorizarlo y así poder aquí redactarlo.
Sigo sin entender en verdad a qué apuntaba…
¿En qué consistirá eso de sufrir por amor? Si alguien puede dar respuesta.
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