NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Respiro Hondo y así está Bien






Ese misterio, que hoy me molesta y mañana me motiva. Todo lo que pienso es frágil, el cristal está a punto de caer sobre el suelo de la cordura y en un instante voy a decir "sólo fueron locuras mías". Lo que vi, lo que olvidé, lo que no puedo ignorar. Me define esta seguidilla de acontecimientos precisos, apuntaron al blanco exacto en el tiempo. No quiero olvidarlos pero recordarlos sería la anormalidad, aquello que te hace infeliz en un mundo de almas lineales. ¡Cuántos contrastes vivimos! La soledad y un amigo después, la inmensidad y luego el vacío. ¿El bien y el mal son construcciones? ¿O son una base natural sobre la que construimos cualquier cosa? ¿DEBERÍA hacer algo?.
Pienso que quiero creer algunas cosas y pienso que querer creerlas es la única flecha que tengo hacia esa puerta al final de la incógnita. ¿Cuántas locuras que deberían ser, vivimos?. Soy normal o me vuelvo loco. Listo, me vuelvo loco. ¿Ahora a dónde voy amigo? Te estoy pidiendo a gritos insanamente felices que me digas que no soy Dios, me haría tan grande que rozaría con mi cabello el techo de la nada... y ese es el terror final. Ahora digo una cosa: ¿y si ese cero del cero es el inmenso poder de lo absoluto? Me tranquiliza. Ya comprendí eso de la fe hace tiempo... hay que hacer sin preguntar "¿por qué?", es un indicador extraño, un artefacto muy complejo para la mente humana, es una brújula con ocho mil nortes. Yo tengo la fe. ¿Cómo habría yo, pequeña persona, de conocer un camino de tres dimensiones y nueve millones de tiempos?
Aprendí a separar en niveles: "Está mal lo que hice", pero yendo al siguiente "debía hacerlo" y subiendo al otro "es parte", este básico e infértil método de normalidad me deja echar raíces desmotivadas en la tierra de mi gente voluntariamente deshidratada.
Apuesto a que antes de nacer, la existencia nos regala unos minutos de conciencia y nos da a elegir si queremos nacer con tal final marcado y por algún u otro motivo, o permanecer vagando en los silenciosos átomos de vacío. Ahora yo volvería a ese minuto y trataría de preguntarme, de algún modo, por qué dije "nacer" como si fuese la mejor opción. Y apenas apareció mi primer célula, esta misma gritó de infinitas emociones, tan así era su eternidad interior que no podía soportar ser una sola y nada más, y la pobre transmitió su incomodidad a todas sus hijas. ¡Gloriosa de ella que podía partirse en dos!
Al fin y al cabo, tomo todo eso en una pequeña caja que no ocupa espacio, para recordar cada tanto. Pero respiro hondo, pongo los pies sobre el suelo y empiezo a correr el mundo hacia atrás creyendo que soy yo el que va para adelante. Y así está bien.