NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Olimpiadas de cacería


Mike Cook fue condecorado y honrado por su brillante y destacado desempeño en lo que había sido entrenado. Fue un atento aprendiz, Mike obedecía sin chistar, sin cuestionar accedía gustoso a lo que le ordenaban.
Recibió insignias y medallas para su pecho, platos de plata para su pared y trofeos para su estante por haber cazado fríamente a cuanto iraquí se le cruzase por la vista en Oriente Medio.
Así Mike obtuvo reconocimiento sirviendo a su patria con orgullo y responsabilidad. Por vez primera ese hijo al que sus padres llamaban idiota y ese alumno al que sus profesores tildaban de incapaz, se sentía útil.
Al regresar a su país, Mike siguió haciendo lo que le había dado prestigio, transitó la vida como el campo de batalla, pero en su país no era legal lo que su país le mandaba hacer en otros países.
El honorable ciudadano ingresó a un colegio y asesinó a doce personas, doce víctimas más en su haber, una docena de trofeos más para su estante. A diferencia de los otros homicidios, por estos no se decoró su pecho con insignias ni medallas sino con descargas eléctricas en el cerebro.

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