NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

La Justicia idealista versus lo justo material

La naturaleza, es más, el universo, no comprende de Justicia (con mayúscula), en efecto, no existe tal cosa. La Justicia no es algo que tome forma en el mundo, en cambio está lo que consideramos justo, una creencia, un modo de ver las cosas, y por tanto, una construcción social en cierta medida, individual desde otra perspectiva. En tanto tal, vemos que lo justo ha de variar dependiendo de la geografía, la sociedad y el período de la historia –tal es así que la servidumbre era vista por los sabios de ciertas épocas como justa respecto al orden natural, mientras que en la sociedad burguesa que tomó el centro de la escena luego de las revoluciones del Siglo 18 y 19, fue uno de los puntos más atacados; el concepto mismo de Justicia cambia, y esto es tanto un reflejo de las ideas y las acciones (no sin contradicciones y tensiones), como un determinante de las mismas.
Esto para nada quiere decir que da lo mismo lo que hagamos porque “la” Justicia no existe, rechazo fervorosamente esta concepción nihilista. Más bien todo lo contrario, es precisamente porque lo justo es un modo de operar, un resultado de las cosas, un equilibrio a nuestras acciones y un horizonte a nuestras expectativas, nuestro ego y nuestros caprichos, que debemos tomar conciencia sobre lo que en cada época historia es considerado como justo, sobre todo, en el tiempo al que pertenecemos. Lo cual no implica que debemos mostrarnos conformes hacia lo que nuestro tiempo, nuestra sociedad, nuestros pares, nuestra clase, amigos, familia, etcétera, ven como justo, sino en todo caso, que esta concepción, es precisamente una idea sobre el estado de la existencia, y no una existencia universal y ahistórica en sí misma, que como tal, es pertinente preguntarse si realmente se atañe a nuestro ideal, si nos resulta justa o si, en cambio, no podría esta ser revisada, alterada, reelaborada en una forma de ver y actuar el mundo y la cotidianidad que resultara más feliz para todos, de mayores libertades y posibilidades de elección para la vida que cada uno desea.
Porque el universo, el cosmos, la naturaleza (en un sentido spinoziano) no ha de preocuparse por lo que los hombres consideren justos, ya que esta consideración ni siquiera es armoniosa, es que la humanidad misma debe tomar cartas en el asunto, comprendiendo siempre que la idea de justicia es siempre una elaboración hegemónica que una clase o alianza de clases dominantes, diría Gramsci, está interesada en sostener y reproducir o modificar, para conseguir consenso en la forma de administrar lo real y, en efecto, para lograr que los hombres y mujeres se vean a sí mismos de cierta manera.
La Justicia no es un modo sagrado, único, divino e inalterable del universo, y si lo es, no ha estado a nuestro alcance aún, o al menos ha generado demasiada controversia, se ha escapado y nunca aplicado realmente. A lo que a mi concierne, con mi forma de comprender “lo justo”, creo que no ha habido época ni sociedad totalmente justa. Para nada creo que halla una línea de llegada, que una vez cruzada por la humanidad vaya a presentarnos a un Dios que nos estuvo esperando durante milenios con un trofeo que contiene la Justicia detrás. Al contrario, creo que tanto ese Dios como ese trofeo son construcciones de la propia humanidad, construidas de ese modo y no de otro por infinidad de motivos, tanto por encontrar un sentido a sus vidas, sus muertes y esperanzas, como por mantener un ideal de justicia y una cierta estructura de poder. No pienso que la razón vaya a conducir a una forma unánime, estática e indiscutible de Justicia que esté flotando en algún lado, aguardando a ser alcanzada. Más precisamente creo que la justicia, o mejor dicho, lo considerado justo, es el resultado de luchas por el sentido de las cosas, es un término problemático, un combate que se imbrica en una lucha por validar/invalidar el mundo que se vive, y modificarlo.