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Estamos hechos de tiempo. Somos el siempre y el nunca en la carne.
El tiempo son hechos en el mundo que percibimos.
Todo el tiempo somos tiempo presente: aquí y ahora.
Tenemos nuestro pasado y con él hacemos distintas cosas;
Hacemos la historia, hacemos lo que será: el futuro.
Somos en el tiempo, y el tiempo es porque creamos cosas en él. Con él.
El tiempo es potencialidad de ser.
La posibilidad de desplegar algo. De concretarlo como de no animarse por diversas excusas que distraen o intimidan.
El mundo y nosotros. El tiempo y el espacio.
(El espacio es el mundo arrojado hacia afuera de nosotros.
El tiempo es el mundo devuelto dentro de nosotros.)
Devenir de hechos en el espacio.
La vivencia de esas acciones.
Nombrar al tiempo, medirlo, es una forma de administrar las cosas que en el mundo suceden.
La libertad está en las acciones, las acciones están en el tiempo y el espacio (ambos percepciones desde el Yo).
La agenda es una forma de administrar las acciones, de dominar el tiempo.
Administrarte es dominarte, y entonces hacer algo con vos.
¿Qué pasa si tu tiempo se vuelve rutina, si se torna obligaciones de una agenda que vos no decidís? ¿Vos dónde entrás en tu propia historia?
Medís la vivencia, la existencia: la llamás “segundos”, “minutos”, “horas”, “días”, “años”, "vueltas alrededor del sol", "una vida”.
La llamás y no se acerca. No contesta porque está ocupada por vos, y sos vos quien tiene que hablar, sos quien tiene que acercarse.
Podés ser una aguja que cumple con como le dijeron que el tic y el tac suena.
Podés volverte el cumplimiento de una agenda.
O podés ser el sonido que inventa su propia historia.
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