NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Olvido en las rocas

Es más fácil odiar que aprender a dejar de amar.
Me pregunto si no debiera inducir un fusilamiento hacia mí.
Abrir la celda de los sentimientos fantasmas...
¡Y que escapen! Y corramos lejos en dirección opuesta y en zigzag.
Pero no, sin querer nos empecinamos en adiestrarlos como a las palomas.
Y vuelven, pues aún hay alimento que los nutre en la jaula.
Entonces advierto que sin notarlo, hemos dejado rastros en nuestra huida.

¿Empuñarías el fusil?
Tanto detesto al odio que no puedo ocasionártelo adrede.
(Pensar que otrora bastante odio generé también con mis líneas poco rectas.)
Sinuoso camino. Del principio no se proyecta el fin como flecha.
Con los disparos de Cupido no nos ha ido bien.
No le echo la culpa, su puntería fue inmejorable.
Con todo, mejor partir esas flechas.
Pues en realidad las disparamos nosotros.
Somos responsables, y tal vez, en este momento, eso sea un problema.
 

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