NO POR IR RÁPIDO SE LLEGA LEJOS

Paradoja desafortunada de un tipo con suerte

El tipo jugaba todos los días a la quiniela.
Quería tener mucha fortuna, porque con ella todo es más fácil. Con fortuna uno es afortunado. Como si hasta suerte uno tuviese con fortuna.
Tuvo su fortuna.
"Qué suerte tiene" -dijeron en el barrio.
Empezó a considerarse mejor que los demás. Quienes antes se sentaban con él a la mesa a tomar un vino barato y jugar a las cartas hasta altas horas, comenzaron a envidiarle o a considerarlo un traidor por él ya nunca darles atención: "se da aires ahora" -se rumoreaba.
Lo concreto es que él nunca más les prestó atención a sus viejos amigos.
Quiso pertener a otros círculos, distanciarse de todo lo que le recordara lo poco que afortunado que antes era.
Se distanció de las personas de antes y se acercó a otras.
Conoció que en esos nuevos círculos, la fortuna no era suerte, sino poder, posición social.
Así tuvo que cumplir ciertos requisitos para pertenecer: querer siempre más, hacer las cosas de cierta manera, tener ciertas cosas, desarrollar otras. Tuvo que producir y producir.
Se dedicó a los negocios.
Aparecieron nuevos problemas: la competitividad; los empleados; la bolsa.
Él siempre había querido tener fortuna para cumplir sus sueños: "ver crecer a los pibes dándoles lo mejor, que se conviertan en hombres de bien" -decía.
Murió de un pico de stress en la empresa donde amasaba la fortuna.
"No tuvo suerte" -se dijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario